jueves, 31 de marzo de 2011

Un recuerdo

Nuestro cerebro es un truhan. Almacena nuestros recuerdos como improntas que se disparan de la manera más inesperada.

Olores, temperaturas, niveles de ruido, colores son almacenados junto a un contexto de una historia en nuestro córtex de modo que los recuerdos están dispersos por él.

Esta dispersión y el constante recableado que realizan internamente las neuronas hacen que podamos recordar en un momento dado sucesos que fueron, más o menos adornados, y más o menos exactos.

Hace muy poco, me vino a la cabeza uno de estos recuerdos. Una salida en navidades, allá por los 70, en la que estaba con mis hermanos. Vestidos con trencas y el obligatorio pasamontañas (blanco, verde, de colores), con nuestras manoplas, que no guantes, y unas bufandas que componían la impedimenta de los infantes de la época en el frio invierno.

No recuerdo el frio, sino un calor hogareño, pero si una noche a media luz, no tan brillante y más amarilla de bombilla de 100W, no como las actuales de colores, una noche con olor a bocadillo de calamares y castañas asadas.

Recuerdo unas calles con mucha gente, que están más vacías que las de hoy en día, y mucho villancico tradicional frente a los “jingles” de ahora.

Creces, y creces más, y un buen día te sacude el recuerdo de aquel día (noche) en la que un niño disfrutaba con sus hermanos de la Navidad.

Sed felices.

miércoles, 30 de marzo de 2011

1004

Seguro que te ha pasado que estando en tu casa tranquilo, haciendo la compra, o en mitad de una de esas ocasiones en las que no se puede interrumpir la cosa, un sonido estridente rompe tu tranquilidad, tu concentración o el simple encanto del momento.

Un numero corto en la pantalla del móvil nos indica que es el servicio de atención telefónica de nuestro operador de telefonía. Debe ser que como les salen baratas las llamadas, y nos echan de menos, nos llaman para saber como estamos, se preocupan.

Se preocupan de que sepamos todos los servicios que no tenemos contratados, y que hará que nuestra ya salada factura de telefonía sea aún más sabrosa.

¿Cómo puedo vivir sin dos líneas? ¿Cómo puedo vivir sin banda extra ancha? ¿Y sin la anchísima?

Yo, desde aquí, les agradezco su preocupación, pero les voy a aconsejar algo: ¡Contrátenme!

Por un módico precio, les voy a hacer una consultoría de sus procesos de atención al cliente, para que no acaben hasta las mismísimas gónadas por recibir ocho llamadas en cuarenta y ocho horas (juro que es real).

Además les regalo una consultoría sobre las necesidades de sus sistemas de información para la gestión de clientes (CRM) que parece ser han comprado de baratillo, y no es capaz de registrar que ya me han llamado, y que NO QUIERO SUS NUEVOS PRODUCTOS.

La próxima vez que me llamen les tendré la propuesta preparada.

Sed felices

martes, 29 de marzo de 2011

¿Por qué no entendemos a las mujeres?

Escuchando a Claron McFadden jugar con su esplendida voz en una conferencia del TED, me viene a la cabeza una noticia sobre la necesidad de cambiar las voces de los avisadores automáticos (“Próxima estación…”) de voces femeninas a voces masculinas.

Aunque los hombres llevamos siglos diciendo que no entendemos muchas veces lo que nos dicen, razón por la cual hemos sido centro de puyas y chanzas por parte de las mujeres, la verdad es que la integración de los deficientes visuales a la vida diaria, y la miniaturización de la electrónica, ha permitido desarrollar estudios que antes no se planteaban sobre la legibilidad de las voces masculinas y femeninas.

Cuando una mujer ciega dice que escucha mejor la voz de un señor avisando la llegada a una estación que la de una señora, lo que viene a confirmar es algo que se sabe desde hace mucho tiempo: los sonidos graves se distorsionan menos que los agudos.

La voz de los hombres es más robusta ante el ruido, permitiendo que su distorsión sea menor y se transmita más lejos (poco más) que la voz más aguda de la mujer. Los tonos agudos tienden a distorsionarse con mayor facilidad, haciendo que baje su alcance efectivo.

Por el contrario, es más fácil transmitir grandes cantidades de información a frecuencias más altas que a las bajas. Es decir, que a los hombres se nos entiende más claro, aunque contamos menos, que a las mujeres, que son capaces de contar más.

Así que veo que vamos a ir cambiando las voces para que cada uno se quede con lo que mejor puede hacer. Nosotros nos quedaremos con simplezas como “Próxima estación…” y os dejaremos a vosotras las cosas de más enjundia, como las arias de Verdi.

Sed felices.

lunes, 28 de marzo de 2011

Sólo tres muertos.

Tenía preparada una entrada sobre creencias, pero la actualidad me altera la planificación.

Parece ser que este fin de semana pasado se ha producido un mínimo histórico en el número de accidentes de tráfico. Sólo tres víctimas mortales frente a los treinta que hace algunos años no nos sorprendían cada lunes.

Lo que me ha llamado la atención no ha sido la cifra, sino el modo tan lúgubre del presentador al comunicarla. Pareciera que no se alegraba de que haya habido tan pocos accidentes y con menor gravedad que otras veces.

Claro que es también una mala noticia. Tres fallecidos implican que no hay órganos que trasplantar. Familias condenadas a esperar una semana más a que se produzca un fallecimiento que pueda proporcionar a sus seres queridos con un órgano que les permita seguir viviendo.

¡Qué paradoja! Cuando la muerte se puede convertir en vida, que desciendan las muertes puede ser una mala noticia.

Sed felices

viernes, 25 de marzo de 2011

Monos aulladores

Pedirme a mi mismo cierta brillantez con este texto creo que va a ser un caso de pecado de orgullo. Sin embargo he de esforzarme por conseguir que las palabras hilen correctamente el discurso, y no sean un mero esputo verbal.

El caso es que hoy me siento mentalmente agotado. Dos reuniones vecinales, la última anoche hasta la medianoche, agotan al más pintado, cuando de lo que se trata es de defender nuestras maltrechas economías.

Las reuniones de vecinos son un curioso caso de análisis. Uno diría que como grupo, en vez de añadir nuestras inteligencias, las diluimos hasta rozar el nivel del “menos listo” de los presentes.

A veces me sorprendo de que como especie hayamos llegado a donde estamos. Supongo que el que la Naturaleza haya estado distraída durante siglos hay tenido que ver.

Creo, por lo que he podido observar, que somos una especie de monos aulladores especializados, que sólo sabemos quejarnos, pero que de un modo genético huimos de la acción; acción entendida como respuesta. Que fluyan los problemas, y se los lleve el río.

No me quejo de como me han ido las cosas en las dos reuniones, todo lo contrario. Aunque anoche perdí una votación, en un tema menor, y “gané” en que se revisen los pagos y no se perjudique a personas innecesariamente. Al revés la cosa hubiese sido mucho peor. Para algo me debía servir el trabajar en KohlerFincas.

Pero… ¿Acaso no es esto una excepción? ¿No somos “fugados” de una realidad a la que pocas veces nos enfrentamos?

Si es así, palabras como prevención, proactividad, innovación, u otras del mismo tipo están condenadas a pertenecer a una minoría de aulladores que por inconsciencia o por otras razones quieran actuar en vez de quejarse.

Suerte que el bizcocho de mi mujer es una especie de espinacas para Popeye. Os dejo, tengo cosas que hacer.

Sed felices.

jueves, 24 de marzo de 2011

Una central sin pilas.

En estos días que el debate nuclear se está intentando disparar, no he escuchado a nadie la ironía que supone que siendo una central nuclear no tenga electricidad.

Una central nuclear es un generador de electricidad enorme. La central de Fukushima, en Japón, tiene problemas con sus reactores por que el terremoto y el posterior tsunami, cortaron la alimentación eléctrica al  equipo de refrigeración del reactor.

El palizón que se están dando los “héroes de Fukushima” para que se restablezca el suministro y que la central no salte por los aires debido a la presión del agua hirviendo, está siendo poco explicado.

No es el momento de hablar de si la energía nuclear es necesaria o no, pero siempre será momento para honrar a los valientes que enfrentándose al peligro nos salvan de cosas peores, incluso cuando su propia integridad no está asegurada.

Sed felices.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Buscando perlas…

Tras un largo día, ayer me disponía a cenar una nueva receta de pollo con berenjena que hábilmente estuvo cocinando mi mujer.

Con el cuerpo dolorido por la tensión acumulada, estaba abriendo una cerveza negra para acompañar tan rico plata cuando sonó el teléfono y la inconfundible voz de mi amigo Juan Pedro sonó al otro lado.

Experimenté en ese momento una experiencia extraña, casi paranormal. Por primera vez en muchos años, hablaba con Juan Pedro sin que el olor del café nos envolviese con su aroma.

Situación anómala donde las haya, la ausencia de cafeína en nuestra conversación, no alteró el discurso, pero me hizo confesarle algo que llevaba años sin decirle, y guardándome en silencio (no,no son las hemorroides…): me había comprado un libro suyo hace años… y quería que me lo dedicase.

Hay momentos en los que sorprendemos a los demás, pero lo que más puede sorprender a otros es que les confesemos que ellos nos sorprendieron antes.

El libro de Juan Pedro (y me permito hacerle publicidad) “El secreto de los buscadores de perlas”, editado por Siruela, lo compré antes de reencontrarle. Como le decía anoche a su autor, es un libro que me despertó una experiencia olvidada, o al menos lejana.

Su libro me supo a aquellas tardes de verano, cuando contaba con unos doce años, en las que sustituíamos las siestas por las aventuras de los Tigres de Mompracem (Salgari), o las luchas de Wilfredo de Ivanhoe (Scott), las maquinaciones de John “Long” Silver (Stevenson) o Miguel Strogoff (Verne).

No es que le compare a él con Salgari, Verne, Scott o Stevenson, que no lo hago, sino que le dije que me sentí como aquel chaval.

Quedamos en hablar para tomarnos un café, seguir con nuestras cosas y casos, es decir seguir viviendo, y siendo amigos.

Cuando volví a la cena, estaba fría por fuera, pero me supo aún mejor.

Sed felices.

martes, 22 de marzo de 2011

Porno, cotilleos y otras cosas en vídeo

Como todas las mañanas, tras levantarme, y antes de hacer un maravilloso café, leo los titulares de la prensa del día.

No es que le dedique demasiado tiempo, pero si el justo como para tener una mínima idea de por dónde vamos.

Esta mañana entre las cosas habituales, que si un bombardeo en Trípoli, que si un guerrillero muerto, o que si Fukushima mejora, me he encontrado dos noticias relacionadas con detenciones e imputaciones.

Por un lado al director porno Pablo Lapiedra lo han detenido por emplear a menores en sus películas, y por otro a Ana Rosa Quintana la imputan por coaccionar a una deficiente psíquica que ha declarado en su programa lo contrario de lo que dijo ante el juez, imputando a su marido un infanticidio.

Bueno, no es que haya más noticias, sino que estas dos tienen algo en común: la avaricia.

Lapiedra se fue a Colombia para reducir los costes de producción, pagando menores sueldos que los que se cobran en España por el porno, y según la noticia, empleó a su excompañera para reclutar chicas para sus películas.

Un negocio sobre el que no tengo nada que decir, pero en el que por motivos obvios no deben participar menores. Lo mismo opino de las fábricas de material deportivo en las que se contrata a menores.

Lo de Ana Rosa es ya llover sobre mojado. Esta mujer es capaz de cualquier cosa con tal de seguir siendo AnaRosa. Bueno, está por ver que es lo que determina el juez, y sabiendo como sabemos que la víctima es una deficiente psíquica, que vive de la caridad, mucho me temo que quede en nada. Como siempre.

Algo va mal si este tipo de personas son premiadas con nuestra audiencia, o comprando sus productos. Somos una sociedad con unos principios marxistas (de Groucho, no de Karl), y los cambiamos cuando no nos gustan.

Espero que el día vaya mejor.

Sed felices.

PD: Toño, siempre hay algo que contar.

lunes, 21 de marzo de 2011

Brotes verdes

Cada vez que me sorprendo estoy más lejos de sorprenderme más. Poco a poco me están quitando el placer de sorprenderme.

La memoria me impide sorprenderme, indignarme, asquearme. Cada impronta de un suceso se queda archivada en mi mente, permitiendo minorar el impacto de sucesos posteriores.

Cada libro que leo se almacena en unas sinapsis que empezarán a mostrar como normal lo que no lo es.

Y sin embargo, cada año, hay un día en el que me sorprendo: el día en que veo los brotes nuevos en las ramas de los árboles.

De la noche a la mañana, unas pintas verdes aparecen sobre el gris de las cortezas y me dice que el ciclo de la vida comenzó de nuevo.

Ya es primavera.

Sed felices.

viernes, 18 de marzo de 2011

A 140

Aunque me he abierto hace tiempo una cuenta en twitter, soy muy malo yo para eso del twitteo. ¿Cómo se pueden poner en 140 caracteres algo que no sea un titular?

  • Hombre muerde a perro.
  • Encuentran un político honesto.
  • E=mc2.

No es tan difícil. Pero es que no me dice nada. Me sabe a poco. Es algo así como el erotismo a la lujuria. Como un canapé cuando tienes hambre, o como una gota de agua en un desierto.

La verdad es que hay muchos millones de seres capaces de hablar en 140 caracteres, los más pasando links a blogs en los que los 140 caracteres crecen, se hacen mayores, o a páginas web de productos y servicios en un modo no legible (http://bit.ly/fWeOLQ).

Lo dicho, que no me acostumbro a los 140.

Sed felices

jueves, 17 de marzo de 2011

Poca calle

Un amigo me dijo una vez que “tenéis mucho estudio y poca calle” refiriéndose a que desarrollábamos mucho nuestra actividad comercial en los despachos y poco con la gente.

No es cosa de pasar todo el día en la calle, pero que es necesario “patear” según que productos, es cierto.

Lo curioso es que “pateando” nos suceden cosas que pueden ser muy curiosas. Desde chocar con vigilantes jurados que no saben que legislación es aplicable a su trabajo y son el “sheriff” del lugar, a viejecitas que buscan soluciones imposibles.

Supongo que según que negocio, el “mix” de calle y de despacho será uno u otro, pero lo que es cierto, y en eso tiene razón mi amigo, que no hay nada como “patear” un rato para oxigenar el cerebro y que no se nos duerma.

Acabo de venir de “patear” un rato.

Sed felices.

miércoles, 16 de marzo de 2011

4:30 AM

Que esta semana está siendo rara, no me cabe duda. Puede que el terremoto del Japón haya trastocado mis biorritmos, o que simplemente necesito que me revisen. Esto no tiene sentido.

Anoche, tras relajarme viendo un par de episodios de una serie policiaca, me marché a dormir antes de lo habitual. Mi intención era la de una vez relajado, recuperar algunas horas de sueño y estar aún mejor hoy.

Me acosté siendo ayer, cosa que realmente es rara, ya que siempre me acuesto hoy. No puedo evitar el acostarme siempre pasada la medianoche, pero ayer a las 23:30 estaba en la cama…

Claro que a las cuatro y media de la mañana estaba despierto. ¿Cómo? ¿Las cuatro y media? Sí, como en una maldición, a las cuatro y media estaba yo con las pestañas abiertas y sin sueño.

¿Qué puede hacer uno a las cuatro y media de la mañana, un día de diario, casado, con niños pequeños y trabajo atrasado? Lo único, trabajar y que aproveche el día.

Lo cierto es que hasta las 7 de la mañana, momento en el que mi despertador me ha recordado que había que levantarse ( perdón, es que el despertador no se ha enterado de que estoy despierto desde hace dos horas y media), me ha cundido.

Puede que el silencio de la noche ayude a poder concentrarte y mejorar tu rendimiento, pero tiene como inconveniente el que no puedes hacer café (muelo el café justo antes de hacerlo) sin despertar a todas las familias del bloque.

Bueno, pues eso, que llevo desde las cuatro y media de pie, que me ha cundido hasta el momento, y que ya me he podido hacer café. Cómo decía el coronel John “Hannibal” Smith: “Me encanta que los planes salgan bien”.

Sed felices

martes, 15 de marzo de 2011

M.D.L. (Metric Driven Lifes)

Empecemos con una perogrullada: vivimos en la Sociedad de la Información. O vivíamos…

La sociedad actual genera cada día ingentes cantidades de datos que somos capaces de recoger y procesar para poder tomar decisiones. Nuestro peso, nuestro índice de masa corporal, la velocidad de nuestro vehículo, las coordenadas del GPS, el saldo de la tarjeta, el número de tweets que hemos realizado, y así hasta niveles que nos abruman.

Todo lo que he definido son datos, son métricas que al ser analizadas nos llevan a la toma de decisiones.

Esta sociedad genera y permite generar métricas sobre casi todo; sobre la sociedad y sobre los individuos. Algo tan difícil de definir como es la rentabilidad, se aplica rápidamente a personas y colectivos, y de golpe y plumazo, desaparecen cientos de puestos de trabajo, o se traslada una empresa de aquí a allá.

El comportamiento, individual y social, es un conjunto de respuestas, de acciones que se están cada vez controlando más y más por métricas. Estas métricas no sólo provocan acciones correctoras, sino que pérfidamente alimentan comportamientos que tienden más a obtener un buen resultado en la medida, que en conseguir una mejora del parámetro que la medida controla.

Ya no importa la situación de una sociedad, sino el ranking que dicha sociedad obtiene. Cada vez nos estandarizamos más, en la nueva religión de las métricas para la toma de decisiones.

Cambiamos a nuestros hijos de colegio para que vayan a uno con mejor “score” en la tabla de centros. No es que sepamos que va a aprender más, sino que como el centro puntúa mejor, algo se le pegará.

Contamos los minutos que nuestros hijos juegan, en vez de medir el nivel de satisfacción que tienen. La satisfacción es más difícil de medir que el tiempo.

Estamos dejando que nuestras vidas las gobiernen las métricas. Tenemos unas “M.D.L.” (Metric Driven Lifes) con la que buscamos nuestra puntuación de éxito en la vida. Y lo malo es que siempre hay alguien que nos mejora en una métrica concreta: vuelve a correr a mejorarla.

Se nos ha olvidado que el equilibrio entre saber lo que necesitamos para tomar decisiones es básicamente un éxito en la vida.

Sed felices

lunes, 14 de marzo de 2011

Una de fantasmas

Parece ser que hay un fenómeno que se llama alucinaciones por aprendizaje, y que viene a consistir en una especie de contagio, en la que una historia se va transmitiendo de unos a otros hasta que la gente la empieza a vivir y a visualizar.

Este fenómeno viene a ser algo así como que a uno le dicen que en la carretera tal se aparece una mujer joven, desnuda y que lo que busca es que te estrelles al mirarla, y acabas viéndola y saliéndote en la curva.

Estaba escuchando un programa de radio sobre este y otros fenómenos cuando dejé el coche en el garaje. Un corto trayecto en el ascensor y la puerta se abrió en el descansillo de mi casa.

Oí, lo juro, un tintineo que se me hizo al del unas cadenas. Nada que ver con un edificio de viviendas construido arrancando el s. XXI.

La primera reacción fue la de buscar con celeridad, pero manteniendo la dignidad, el pulsador de la luz, no fuera a ser que el fantasma del pasado me estuviese buscando.

Con el clic del pulsador volví a oír la “cadena”, que no era otra cosa que mis llaves chocando débilmente entre sí. Una cadena de llaves que llevaba colgando, y que no había reconocido inmediatamente.

Podéis reíros, pero quién no ha salido de un ascensor y ha sentido el aliento de una alimaña en su nuca…

Sed felices.

viernes, 11 de marzo de 2011

El cuervo

Supongamos que es viernes, que te haces planes para pasar un placentero y holgazán fin de semana.

Te estás relamiendo de gusto al pensar en esas gambitas a la plancha, su cervecita helada para acompañar, luego una paellita para acompañar y continuar con este ritmo hasta decir basta. Para poder procesar dicho exceso, una siesta a la sombra con ruido de fondo: niños jugando, el futbol en la radio, los pájaros trinando…

Luego, en mitad de la visualización de tu meta, ya comentado con los compañeros variantes de dicha escena, aparece “el de siempre” y os dice: “Espero que no tengáis planes para este fin de semana”.

Son las 14:00 del viernes. ¿Qué no tenga planes? Los tengo desde hace cinco días. Los he ido perfilando, mejorando e incluso imaginando durante cinco días…

El cuervo (ave de mal agüero) sigue graznando sobre los valores de la empresa, la entrega personal, la superación de la crisis, lo necesitados que estamos todos de nuestros empleos y la cantidad de gente que “los del gobierno han despedido”.

“¡Uf! ¡Ya está! ¡Me la han cola’o de nuevo”. Ya no habrá paellita, ni gambas, ni cervecita, ni futbol (bueno eso lo podemos poner por Internet), ni siesta…

El cuervo no aparece evidentemente cuando nosotros estamos. Él/ella están con sus gambitas, sus cervecitas, sus paellitas… Lo malo es que sabemos que desde el martes sabíamos que había que hacer, pero no se nos informó. El cuervo sabe que cuando soltar su noticia.

Imagínate que el martes nos lo dice, y somos capaces de hacerlo y pasar el fin de semana con nuestras familias, con las gambitas, con las cervecitas… Seríamos capaces. Sin embargo, aquí vamos a estar el sábado y el domingo, haciendo algo porque no hemos sido capaces de hacerlo. El cuervo es un ser superior. El tiene fin de semana…

Para los que tenéis que trabajar con cuervos.

Sed felices

jueves, 10 de marzo de 2011

Don Eduardo y sus pasteles

Digamos que Don Eduardo, pastelero, y canario, veía como en el balance anual las ventas por merengues se disparaban.

Todo el mundo compraba merengues de los de D. Eduardo, y claro que en un mundo así, D.Eduardo era feliz.

D.Eduardo veía en el balance también los ingresos por pastas, bollos, chuches, masitas, … Suculento festín que llenaba sus arcas.

D.Eduardo se reía ya que él era el único que podía gestionar aquellas bondades que tantos ingresos le traían. Claro que también había algún problemilla de vez en cuando: este intentaba publicar la receta de las pastas, aquel la del merengue… Pero nada que no pudieran arreglar los abogados de D.Eduardo.

De pronto un día, D.Eduardo descubrió que los merengues no se vendían igual, y que las ventas de los otros productos se veían reducidas también… “La culpa es de Internet”.

Como han conseguido publicar recetas para hacer merengues, pastas, masitas, bollos… Nos  vamos a morir de hambre, decía. Esto tiene que arreglarse rápido si no queremos que desaparezca la industria pastelera.

La gente no había sido tan feliz nunca. Con menos dinero en el bolsillo, los merengues eran muy caros y dejaron de comprarse, más gente se hacía en casa su bollería, e incluso otros pasteleros dieron sus versiones de otros bollos y pasteles y crearon los suyos propios, enriqueciendo los paladares de todo el mundo.

D.Eduardo cuantificó las pérdidas y empezó su “cruzada” contra el mal. Sus empleados y sus proveedores empezaron a hacer ruido, y hubo gente que cayó ante sus argumentos de que los únicos merengues, pasteles, masas, pastas, etc que eran válidos eran los que salían de sus instalaciones.

Mucha otra gente, vio que aquello no era del todo cierto, y que sí, que los merengues, las pastas, pasteles, etc que D.Eduardo veía en los balances no eran malos, pero que había otros productos en los que ellos querían poner su dinero. Productos que en algunos casos no estaban contemplados en el catálogo de D.Eduardo.

D.Eduardo vio que aquello no tenía remedio y decidió que había que legislar, y buscó a la alcaldesa para que legislase y permitiera que no se publicaran las recetas de los merengues, de las masitas, de las pastas…

El pueblo se quejó, pero la alcaldesa sabía que el pueblo se equivoca y que lo que mejor les convenía era seguir los dictados de D.Eduardo, así que promulgó un bando por el que se perseguiría a los que publicasen recetas y otros contenidos que no estuviesen autorizados por D.Eduardo.

No sabemos como va a acabar esta historia, pero si algo no te ha gustado de ella, piensa…

Sed felices.

miércoles, 9 de marzo de 2011

9 de marzo

Hoy ya no es el día de la mujer. Lo que ayer estaba muy mal visto, hoy ya es más aceptable.

Siempre he odiado el 8 de marzo. Quizás porque de pequeño viví el auge de los movimientos de “liberación” y pude observar con que desprecio trataban a mujeres como mi madre.

Mi madre era una mujer “oprimida”, que no trabajaba fuera de casa. Lo que no sabían aquellas libertarias, es que mi madre se había hecho sus cuentas y había tomado una decisión inteligente.

Mi madre había trabajado hasta que se casó, como era costumbre en este país. Había cotizado y con un poquito más podría cobrar su pensión de jubilación cuando alcanzase los 65.

Luego vinieron los hijos, las preocupaciones, y todas esas cosas que van asociadas a la vida, y que requieren de ti lo mejor que llevas dentro. Mi madre, como muchas otras mujeres, hizo cuentas: ¿Cuánto vale lo que yo hago?

La respuesta es fácil: ¿cuánto pagas si lo externalizas? ¿Cuánto voy a ganar?

En aquella situación, los gastos siempre iban a superar a los ingresos, con lo que la “liberación” de mi madre era simplemente una mala decisión familiar. Que mi madre se “liberara” nos reduciría el presupuesto para alimentos, libros, educación, ocio. Su “liberación” no aportaba, quitaba.

Mi madre siempre ha sido, y es una mujer libre. La libertad de la mujer estriba en que no tenga cortapisas de ningún tipo en intentar hacer lo que desea, y que tenga las mismas oportunidades que el resto. Que no consideremos su morfología al tomar una decisión, para bien o para mal.

Cambiar las pruebas para hombres y para mujeres de modo que estas puedan entrar dónde otros no entran no es un avance desde mi punto de vista. Hay que trabajar más a la hora de ver porqué a igualdad de currículo, una mujer tiene menos oportunidades de entrar en determinados puestos, o porqué no se incorporan a más cajeros hombres en los supermercados.

Nos queda mucho por andar en este proceso, y una de las primeras cosas que hay que hacer es darle menos importancia al 8 de marzo. La lucha por la igualdad no es de sólo un día.

Sed felices

martes, 8 de marzo de 2011

De tesoros y embargos

Hay tesoros que descubrimos, y hay tesoros a los que nos guían. Siendo ambos tesoros, existe sin embargo una gran diferencia.

Los que descubrimos nosotros tendemos a agrandarlos pudiendo caer en un ridículo similar al parto de los montes, mientras que los que nos son revelados por otros tendemos a considerarlos de un modo más próximo al real.

He de decir que hoy va de tesoros. Un tesoro al que me guiaron mis padres: ella, mi madre, regalándome un libro de poesía, y él, mi padre, mostrándome alguno de los secretos que en el libro se escondían.

Ese tesorillo, es el poema de José María Gabriel y Galán, poeta salmantino que fue capaz de hacer poesía en el dialecto altoextremeño, y que falleció de una pulmonía mal curada.

La poesía se titula “El embargo”, y corriendo los tiempos que corren…

“Señol jues, pasi usté más alanti
y que entrin tós esos,
no le dé a usté ansia,
no le dé a usté mieo…
Si venís antiyel a afligila,
sos tumbo a la puerta. ¡Pero ya s’a muerto!
¡Embargal, embargal los avíos,
que aquí no hay dinero;
lo he gastao en comías pa ella
y en boticas que no la sirvieron;
y eso que me quea,
porque no me dio tiempo a vendello,
ya me está sobrando,
ya me está gediendo!
Embargal esi sacho de pico
y esas jocis clavás en el techo
y esa segureja
y esi cacho e liendro…
¡Jerramientas, que no quedi una!
¿Ya pa qué las quiero?
Si tuvía que ganalo pa ella,
¡quilisquía me quitaba a mi eso!
Pero ya no quió vel esi sacho,
ni esas jocis clavás en el techo,
ni esa segureja
ni esi cacho e liendro…
¡Pero a vel, señol jues: cuidaito
si alguno de ésos
es osao de tocali a esa cama
ondi ella s’a mueto;
la camita ondi yo la he querío
cuando dambos estábamos güenos,
la camita ondi yo la he cuidiao,
la camita ondi estuvo su cuerpo
cuatro mesis vivo
y una nochi muerto!
¡Señol jues, que nenguno sea osao
de tocali a esa cama ni un pelo,
porque aquí lo jinco
delante de usté mesmo!
Lleváisoslo todu,
todu, menos eso,
que esas mantas tienin
suol de su cuerpo…
¡y me güelin, me güelin a ella
ca ves que las güelo!

Sed felices

lunes, 7 de marzo de 2011

¿Qué tal se come?

Viendo mis dos tostadas con aceite y mi café mañanero me viene a la cabeza una escena que he podido presenciar este fin de semana.

Cuando entraba en la habitación del hospital en la que se encuentra un amigo ingresado, su mujer y la de su compañero de habitación comentaban ya hace rato recetas y platos de la gastronomía extremeña.

La mujer de mi amigo me advirtió de lo interesante de la receta de una sopa de tomate (con alguna otra hortaliza) que le estaba dando y que permitía aprovechar el pan de días anteriores.

Si se tiene en cuenta que mi amigo está con dos botellas de suero (la comida y la bebida, según él), no deja de ser irónica la escena.

Pero la verdad es que en nuestra cultura, la comida siempre ha sido relajante. Inclusive el hablar de ella.

Es un modo de socializar que nos identifica como pueblo. Otro amigo, este extranjero, me decía que el era capaz de reconocernos por que cuando, no hablando en español, nos hablaban de una ciudad, o de un país, entre las tres primeras preguntas estaba el “¿y que tal se come?”

Es cierto, somos así.

No hay estadísticas, o no las he encontrado, que comparen las ventas de libros de cocina antes, y después de iniciada esta crisis. Supongo que se verán afectadas, pero menos, al igual que el resto de los libros.

Bueno, seguiré con la otra tostada, la cual he hecho con un pan nuevo que he encontrado que tiene trocitos de tomate seco y aceitunas negras… Lo dicho la comida nos relaja.

Sed felices.

viernes, 4 de marzo de 2011

Acoso docente

Cuando los docentes se ensañan en los hijos por las discrepancias con los padres, estamos ante acoso docente.

Esto es lo que parece que está pasando, de acuerdo con la Federación Católica de Asociaciones de Padres de Alumnos, en un colegio de Sevilla, en el que a dos alumnas se les ha negado el título de ESO por no haber cursado las asignaturas de Educación para la Ciudadanía.

Y es que no hay derecho que se castigue a dos niñas por las decisiones de sus padres. Son ellos los que no quisieron que sus hijas fueran adoctrinadas en los principios de la Democracia, la Constitución, el sistema de partidos, la igualdad de género, o los nuevos modelos de familia.

Una persona decente no puede permitir que sus hijas puedan pensar que tienen los mismos derechos que un hombre, o que sencillamente cuando su marido la corrija físicamente por sus fallos, pueda pensar que está siendo maltratada.

Estos padres, y la federación a la que pertenecen, piensan que tienen todo el derecho a negarse a que a sus hijas les enseñen principios relativistas, cuando sabemos todos que sólo hay una moral verdadera y que los demás se verán de cabeza en los dominios de Satanás.

La asignatura del Diablo, sólo va  darnos una caterva de hijos desviados e hijas disolutas, que tanta libertad, no es compatible con una moral adecuada a la persona. Mujeres que se enfrentarán a sus maridos y provocarán la ruptura de las familias. Unos hijos que al no tener un referente claro, acabarán en la corrupción más absoluta del alma, la sodomía y la perdición.

Lo que hacen estos maestros es vengarse de un modelo de familia que sólo una minoría de valientes están dispuestos a defender por su Patria y por su Fe.

Suerte que los demás creemos que debe enseñarse a los niños los principios de Libertad y Democracia, que hombres y mujeres tienen igualdad de derechos y deberes, o que la sociedad ha cambiado e incorporado a nuestra normalidad a familias que nos se componen de un padre, una madre y la caterva de hijos.

Siento que aquí las niñas son unas victimas, no de los profesores, sino de unos padres retrógrados que no ven el daño que le han hecho a sus hijas. O, no.

Sed felices.

jueves, 3 de marzo de 2011

Cinco horas (parado)

Desde hace un par de meses contamos en la casa con un nuevo auto. La necesidad de tener que trasladarnos a dos puntos distintos a la misma hora y con poco tiempo, e intentar no solaparnos nos llevó a la decisión de adquirir un segundo vehículo.

Dicho esto, el criterio para adquirirlo fue que su mantenimiento fuese bajo, que pudiese aparcarlo en cualquier lado y que su consumo no fuese elevado. Nos decidimos entonces por un Toyota Yaris, con un motor de gasolina de 1300 cm3.

Este es un coche urbano. Con una caja de 6 marchas, tiene una conducción que rápidamente te lleva a una marcha larga. Es normal que vaya en la cuarta marcha circulando por la ciudad.

Más allá de las vías urbanas, cuando salgo a autopista es cuando la quinta y la sexta entran en acción, elevando la velocidad hasta los 100 o 110 km/h. Una velocidad razonable para un coche que es urbano, ya que las vías rápidas y autovías por las que me puedo mover a diario tienen esta limitación.

No me molesta. Me siento cómodo en este cochecillo, pero ha sido una característica de este coche la que me ha hecho pensar sobre el derroche de combustible. El “start & stop”.

En los semáforos, al detenerme, el motor del coche se para si no necesita alimentar el aire acondicionado o cualquier otra cosa. Al principio te confunde, pero al poco te has acostumbrado a que cuando se pone en verde, y pisas el embrague para introducir la primera marcha, el motor arranque.

Tiene un contador del tiempo que el motor ha estado en modo “ECO” y aquí es dónde uno se conciencia: el motor ha estado “parado” en los semáforos durante 5 horas en sólo dos meses.

Son cinco horas de consumo al ralentí que no han producido emisiones de CO2. Cinco horas de consumo que me he ahorrado, y aunque desconozco el régimen de consumo de este motor al ralentí, sigue siendo dinero.

El ahorro no es solo cosa de que nos lo imponga un Gobierno, que debe siempre incentivar al que menos consume energéticamente, y castigar a los devoradores de energía. Es una cuestión personal, como la de separar los envases del orgánico, como la de no gritar en la calle, o la de no resolver a golpes lo que se puede resolver hablando. Para eso no hay ley que valga.

Sed felices

miércoles, 2 de marzo de 2011

No me han preguntado

Leo en la prensa que Madrid y Cataluña se van a enfrentar al Gobierno de la Nación, negándose a rebajar el precio del billete de los trenes de cercanías y media distancia.

Aducen que no se les ha consultado, que la rebaja no es asumible por las autonomías, etc. Y tienen razón.

Tienen razón en indicar que no se les ha consultado. Lo que no es ni bueno, ni malo. Dado que tienen competencias sobre el transporte ferroviario, que no apliquen la bajada del 5% que se va a aplicar en el resto de las comunidades.

Respecto a lo de consultar y llegar a acuerdos con todas las comunidades, sabemos por experiencia que cuando no se quiere, no se llega. Aún estamos esperando en Madrid a que la Comunidad aplique la Ley de Dependencia como debe ser.

Creo que España es lo suficientemente madura como para que se apliquen reformas en la legislación sobre el IVA y las facturas, así como sobre los impuestos.

Cuando vivía en EEUU, al hacer mi declaración de impuestos, al final aparecían dos números: los que había que pagar al Gobierno Federal, y lo que había que pagar al Gobierno del Estado (aquí la Comunidad Autónoma). Según los casos podrías pagar más o menos, pero te dejaba muy claro a quién hay que pedir responsabilidades por la gestión.

En Madrid Capital, estamos al borde de la bancarrota por un proyecto faraónico que no ha cambiado en mucho los atascos matinales. Cuando pago mis impuestos quiero poder decirle al alcalde: “¡Oye, te estoy pagando 115€ de limpieza de las calles, y la mía está sucia! ¿Qué haces con nuestro dinero?”

Las Comunidades tienen el derecho a quejarse, y a negarse, y más derecho tenemos nosotros a pedir que se nos aclaren las cuentas.

Sed felices.

martes, 1 de marzo de 2011

Disculpa

Hoy no he podido escribir por muchas razones, pero como nos dijo una vez una clienta:

“¡Ay! ¡Es que estoy mu’ perra!”

Creo que no hay un modo más claro de decirlo.

Espero que hayáis sido felices.