Viendo mis dos tostadas con aceite y mi café mañanero me viene a la cabeza una escena que he podido presenciar este fin de semana.
Cuando entraba en la habitación del hospital en la que se encuentra un amigo ingresado, su mujer y la de su compañero de habitación comentaban ya hace rato recetas y platos de la gastronomía extremeña.
La mujer de mi amigo me advirtió de lo interesante de la receta de una sopa de tomate (con alguna otra hortaliza) que le estaba dando y que permitía aprovechar el pan de días anteriores.
Si se tiene en cuenta que mi amigo está con dos botellas de suero (la comida y la bebida, según él), no deja de ser irónica la escena.
Pero la verdad es que en nuestra cultura, la comida siempre ha sido relajante. Inclusive el hablar de ella.
Es un modo de socializar que nos identifica como pueblo. Otro amigo, este extranjero, me decía que el era capaz de reconocernos por que cuando, no hablando en español, nos hablaban de una ciudad, o de un país, entre las tres primeras preguntas estaba el “¿y que tal se come?”
Es cierto, somos así.
No hay estadísticas, o no las he encontrado, que comparen las ventas de libros de cocina antes, y después de iniciada esta crisis. Supongo que se verán afectadas, pero menos, al igual que el resto de los libros.
Bueno, seguiré con la otra tostada, la cual he hecho con un pan nuevo que he encontrado que tiene trocitos de tomate seco y aceitunas negras… Lo dicho la comida nos relaja.
Sed felices.
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