sábado, 31 de enero de 2009

21 días

Sigo en shock. No puedo remediarlo. Acabo de ver el reportaje de Callejeros 21 días sobre la gente que vive en la calle, los sin techo. La periodista Samanta Villar ha empleado 21 días en vivir como un sin techo.

Una tras otras van pasando las historias que nos pueden pasar. Uno tras otro vas viendo a personas que no consideramos como tales, personas a las que ni miramos cuando pasamos a su lado. Albergues en los que puedes empezar a dormir a la una de la mañana, y sales a las seis. Albergues en los que no hay camas, sino butacones.

Lo que me ha impresionado más es la cantidad de años que llevaban algunos, hasta más años en la calle que fuera de ella. Son una excepción estadística, un colectivo que es invisible. En el reportaje hay una escena que lo deja claro: mientras un coro canta villancicos en la Plaza Mayor, y la gente lo observa, la periodista y otro compañero de la calle preparan los cartones en los que van a dormir. Nadie les ve.

Un buen trabajo periodístico, que deberían poner a otra hora para que nos hagamos todos un poquito más humanos.

jueves, 29 de enero de 2009

Miedo o pánico

Todos sabemos la diferencia entre el miedo y el pánico, el primero es un mecanismo natural de alerta frente a la incertidumbre o el peligro, mientras que el último es una manifestación extrema del primero hasta hacer perder el control sobre los mecanismos de control que tiene uno.

Ante la crisis todos tenemos miedo. Es un periodo de incertidumbre en el que desde todos los puntos se nos hace llegar mensajes negativos. Estos mensajes van añadiéndose uno tras otro a nuestra psique, generando un estado de "miedo a la crisis" generalizado y que va minando la salud mental de personas que siempre se han tenido por centradas y cabales.

Ayer en las noticias, indicaban que un hombre había matado a sus cinco hijos y a su esposa antes de suicidarse, por motivos económicos, las grandes corporaciones no hacen más que despedir empleados (cuantos más mejor, más impactante), las acciones de los gobiernos no están funcionando, y hay una carrera entre organismos internacionales para ver quién es el que proporciona la visión más apocalíptica (¿reveladora?) sobre la realidad que vivimos.

¿Qué se gana con esto? La verdad es que nada. Es en este momento de crisis cuando más se necesita dotar a todo el mundo de capacidad para hacer cosas. Cosas como ver de que modo podemos en principio resistir a un primer momento de destrucción, que no ha terminado, para poder a continuación pasar a construir o reconstruir el bienestar que se ha perdido.

No necesitamos agoreros que clamen al pánico, sino templanza ante la situación, y la seguridad de que serémos capaces de salir de esta. Quizás, algo que podemos hacer es empezar a decirnos que podemos salir de esta y que saldremos de esta.

lunes, 26 de enero de 2009

Boddis en la nevera


Hace un poco más de diez años que no sabía de un viejo amigo, salvo alguna llamada y algún correo escaso, cruzado en este tiempo.

Ayer, gracias a Facebook, me lo encontré de nuevo en esta sala virtual que es Internet, y me acordé de la cantidad de cervezas, de café y de pasta que hemos tomado juntos en mi apartamento de Atlanta. Pero lo que más he echado de menos de él, no ha sido esa relación de fraternidad viril que dos hombres jóvenes y solteros pueden establecer en sus correrías por una ciudad un poco alocada en aquella época, hablo de la legislatura de Clinton, las Olimpiadas y la euforia colectiva que estaba instalada.

Mi amigo, arquitecto de formación y artista de corazón, estaba cual crisálida en una transformación interior que le era necesaria. Una transformación que le ha convertido en el artista que es hoy en día.

Si algo tuvo aquella transformación es que, me ayudó a mantenerme centrado en una oportunidad única para perderme, y no porque actuase a modo de Pepito Grillo, aconsejándome en lo que es bueno o malo, sino tan solo con su ejemplo. Un ejemplo de trabajador incansable que hacía más de un turno todos los días para salir adelante en un país como es EEUU, en el que si tienes todo de cara, es muy bueno para vivir, pero que no te permite el más mínimo desliz, bajo riesgo de acabar en el fondo del avismo.

Ese ejemplo de madurez, y fortaleza me ayudó a valorar una amistad que a veces echo de menos, como echo de menos aquellas "Boddis" que siempre había en la nevera, o aunque parezca mentira aquella cafetera de los chinos que tenía trucada para hacer un café que se pareciese al que se tomaba en España.

Me alegro de haberle encontrado.

miércoles, 21 de enero de 2009

¿Lápiz o liturgia?

Llevaba ayer todo el día con la necesidad de escribir algo sobre mi nuevo portaminas de 2mm (un Faber-Castell TK9500) y el placer que me supone el escribir con lápiz, cuando me sorprendió la ceremonia de toma de juramento al flamante Presidente de los EEUU.

Uno de los comentaristas hablaba de la liturgia del juramento, y de como se hacía en la escalinata del Capitolio para demostrar públicamente (todo el mundo puede verlo) que el Presidente se somete al gobierno del pueblo.

Pensé entonces en como lo hacemos aquí, en como es el Congreso el que vota al candidato y le otorga la Presidencia en nombre del Pueblo Español (que es el que nombra a los diputados). Pero luego me dio por pensar en que simboliza el que el Presidente de Gobierno jure ante el Rey su cargo. ¿No debería hacerlo en el Congreso?

Al fin y al cabo, la Monarquía no tiene poder alguno en este país, y el poder,si no han cambiado la Constitución últimamente, reside en el pueblo .

Deberíamos plantearnos como ciudadanos un poco más estas liturgias y lo que significan, de ese modo valoraríamos más cosas tan simples como introducir un sobre con una papeleta en una urna, o el modo en el que los poderes son ejercidos en el Estado. Sólo pido eso.

lunes, 19 de enero de 2009

¿Por qué somos del Atleti?

El sábado estuve viendo el partido de la Heineken Cup entre los London Wasps y el Leinster, en el que ganó mi equipo (los Wasps) y nos colocamos los segundos del "pool 2". El domingo pude ver un buen partido entre el Gloucester y los Cardiff Blues (con victoria final de estos gracias a un ensayo en el minuto 75). La cosa no iba mal.

Si bien el futbol no es mi deporte preferido, lo es el rugby, uno no puede dejar de ver ciertos partidos, y ayer jugaba mi Atletico de Madrid contra el Almería.

Me hice seguidor atletico cuando tenía 12 años y fuí por primera vez al Calderón. Antes, creo recordar que era del Barça, del Barça de Quini y de Cruiff. Pero claro, el Calderón es mucho Calderón, y cual iluminado por la Verdad, comprendí que aquel era el equipo. Aquel era mi equipo, estaba en casa.

Desde entonces he sido, y soy del Atleti, como fe, como seña de identidad, no necesito ir al Calderón para reafirmarme en mi fe.

He procurado no influir en mi hijo sobre sus preferencias futboleras, y si bien tuvo unas semanas madridistas que ya remitieron, ahora es seguidor de todos los equipos que tienen un Adrián en sus filas, y... del Atleti. No lo hace por mi, lo hace porque el Atleti tiene algo.

Entonces es cuando viene el partido de ayer en el que, reconociendo que no tengo ni idea de futbol, uno ve lo incapaz que se puede ser en el campo, lo inutil del esfuerzo en el cesped, recuerda lo que es un deporte de equipo como el rugby, y los dos buenos partidos del fin de semana y se pregunta: ¿por qué somos del Atleti? ¿Por qué este sinvivir?

Razón de fe.

PD - El otro equipo de futbol del que soy seguidor, el Strongest de La Paz, perdió frente al sempiterno rival, el Bolivar.

PD2 - Sigue pendiente otro café, que quedaron cosas en el aire.

martes, 13 de enero de 2009

Una prueba del 9

Hace tiempo, antes de las últimas elecciones generales, escuché en la radio a un politólogo y sociólogo que comentaba un sencillo sistema para saber si lo que opinábamos estaba influenciado por nuestras preferencias raciales, religiosas, políticas, etc; o si por el contrario, era parte de nuestra "base moral", o esas reglas con las que nos movemos en la vida.

El procedimiento es muy sencillo: intercambiamos los actores en la frase y comprobamos si seguimos opinando igual sobre el hecho. Si opinamos de la misma manera, estamos frente a lo que realmente creemos, y si hemos variado en la opinión o juicio, estamos frente a un hecho en el que nuestra preferencia nos hace variar el juicio. El óptimo es que no variemos y por lo tanto seríamos "hombres justos".

Pondré algún ejemplo para ilustrar el concepto: "Los ateos colocan propaganda en los autobuses de Barcelona". Podemos estar a favor o en contra, pero para ver si realmente opinamos de esa manera respecto de la publicidad de opciones religiosas, debemos evaluar lo que pensamos de la frase "Los católicos/musulmanes/judíos colocan propaganda en los autobuses de Barcelona". Si las respuestas coinciden, bien; si son diferentes, es un buen punto de partida para pensar en porqué nos parece distinto si lo hacen unos u otros.

Otro ejemplo: "El alcalde de "ponga aquí la ciudad", del "ponga aquí el partido", es sospechoso de tráfico de influencias". En este caso cambie la ciudad por otra y cambie el partido por otro y observe que opina al respecto. Si no hay variación, eso es lo que opinamos sobre el tráfico de influencias, si cambia...

No insisto en lo expuesto. Sólo quería comentar esta simple herramienta pues me parece útil tenerla en un momento en el que cada vez tenemos menos información y más opinión en la prensa.

PD - Una pista para emplear el método es en aquellas frases en las que empleamos términos como "negro", "moro", "maricón", "tortillera", "rojo", "facha", etc. También vale para cuando ponemos el "de mier..." tras el calificador. ¡Probadlo!

domingo, 11 de enero de 2009

Abusar de un discapacitado

Ayer estaba en otras cosas cuando escuché la noticia: dos vigilantes del tranvía de Barcelona agreden a un discapacitado... porque no les entregó el abono transporte cuando se lo solicitaron.

Primera reacción: No me lo creo. Se supone que el personal que ejerce de vigilante ha de tener cierta formación en psicología, así como saber como emplear la persuasión antes que la porra.

Segunda reacción: Como Tomás necesito ver para creer, y ciertamente se puede ver a dos personas con uniforme de seguridad qye están placando a un muchacho que parece tener Sindrome de Down.

Cualquiera que no sea demasiado ignorante sabe que si dos "armarios" te abordan (me imagino que no con modos exquisitos) es fácil mostrar una reacción defensiva. Si además esa persona tiene reducidas sus capacidades y se comporta como un niño en algunos casos, es mayor aún la responsabilidad de los vigilantes en que la situación no escale.

No pretendo exculpar al usuario de entregar su título de transporte si se lo requieren, sólo indicar que visto lo visto, es necesario que se limpie de "matones" a esos colectivos que velan por nuestra seguridad, y que no están integrados por elementos como parecidos a los de la banda de Alex (el de la Naranja Mecánica). Felicito al cámara que grabó la agresión, dado que el muchacho la necesitará (¿quién cree a un "sub..."?)

Lo dicho, alguien tiene que hacer algo.

miércoles, 7 de enero de 2009

LaTeX o WYSIWYG (Word por ejemplo)

Estoy escribiendo un manual para los alumnos del curso de Toma de Decisiones empleando LaTeX (sí, alternando mayúsculas y minúsculas).

Al principio me planteé la opción de emplear un editor WYSIWYG ("What you see is what you get - Lo que ves es lo que obtienes") como pueda ser Word de Microsoft, u OpenOffice de Sun Microsystems, o por el contrario emplear un "preparador de documentos" como es LaTeX. No me voy a extender en los editores de tipo WYSIWYG dado que todo el mundo los conoce, pero sí voy a comentar algo sobre LaTeX.

La idea de LaTeX es permitir al autor el centrarse en los contenidos de un documento, en vez de como va a quedar. Es básicamente "programar un documento". Introducimos lo que queremos decir, indicando que frase es título, cuál es cabecera de un capítulo, cuáles son párrafos, etc. Con unas pocas instrucciones más nos aparecen enlaces entre el texto, referencias, pies de página, etc.

Ejecutamos la compilación y (redoble de tambor)... aparece el documento final. ¡Precioso!

La verdad es que LaTeX es un experto en tipografía, por lo que no será posible producir con un editor de textos los resultados que produce LaTeX. Sin embargo, me doy cuenta que estoy cayendo en las trampas del WYSIWYG: Me gusta el documento, pero ... ¿cumple con su función? ¿Va a ser útil? ¿Le pongo más gráficos? ¿Lo tiro a la papelera (de reciclaje)?

Y es que desde la introdución de los editores de texto, nos hemos ido centrando más y más en la estética de los documentos y de los informes, que en lo que realmente llevan dentro. Cada vez vivimos más en un mundo de imágenes en el que si un mensaje no se entiende en 5 segundos debe ser simplificado para que se entienda en 5 segundos, y si no es que no es útil.

El medio de transmisión de la información (el documento, la presentación, el curso) se convierte en el fin (tener "el" documento, tener "la" presentación, tener "el" curso) en vez de los contenidos del mismo (vale, estoy exagerando, pero no tanto).

Creo que voy a dejar de escribir en el manual, lo voy a imprimir y... con un lápiz y en papel, me voy a poner a escribir que es lo que quiero contar. Quizás, y con un poco de suerte, hasta pueda contar algo que sea útil a álguien.


PS - ¿Por qué llamamos papelera de reciclaje a un elemento que sirve para descartar ficheros, cuando el reciclaje sería el reutilizar el fichero que estamos borrando?

sábado, 3 de enero de 2009

Gestión del tiempo (los hombres grises)

Estoy preparando un borrador de lo que será un futuro curso sobre toma de decisiones para gestores. Buscando información sobre algunos aspectos psicológicos de la toma de decisiones llego, no se muy bien como a un articulo en la revista Wired sobre métodos de gestión del tiempo.

Tras leer el articulo, me doy cuenta de lo difícil que es gestionar algo tan intangible como el tiempo, y más cuando hay niños por medio. Con independencia de lo que cuenta el artículo, se puede observar que la persona es soltera y sin hijos. Sólo alguien soltero y sin hijos puede gestionar su tiempo del modo en el que el autor lo hace.

Ahora mis hijos están en casa por las vacaciones de Navidad. Llevo desde el día 19 sin poder ponerme "en serio" a trabajar en el curso dado que el curso y los niños ocupan un mismo recurso: el tiempo. No puedes decirle a tu hijo (la verdad es que puedes, pero no me parece correcto) que no siempre que quiere estar contigo.

Decían que Euler, el matemático, podía trabajar con un niño en el regazo; no es ese un don que tenga yo, por lo que me veo obligado a hacer tareas menores o buscar los momentos en los que se enfrascan en partidos de liga Atletico-Betis (con resultados de 12-0, que solo se pueden dar en los campos de la Play), y que me permiten tener 90 minutos de trabajo continuo.

Me gustaría a mi ver al autor del artículo gestionando unas vacaciones de Navidad.

PS - Si alguien entiende que es una queja, nada más equivocado. Es una mención a todos aquellos que son capaces de haber mantenido y mantener a las familias mientras nos atendían, jugaban con nosotros, etc. Ellos y ellas no habían hecho cursos de "gestión del tiempo".

PS2 - Reduzco el problema a las vacaciones de Navidad por ser sólo dos semanas. Ya hablaremos del verano.