miércoles, 19 de mayo de 2010

Un recuerdo

Nunca olvidaré la primera conversación que tuve con Nicolás. Era allá por el mes de mayo de 1997, y había acudido a su casa para que me conociese.

Unas semanas antes había pedido matrimonio a su hija y esta, no se si por ignorancia o por mucho amor, había decidido aceptarme como su compañero en la vida. Ni Nicolás, ni Marina, su madre, me conocían aún, pero así eran las cosas.

Cuando lo vi no pude más que sentir respeto por aquel hombre que me miraba con esos ojos de los que han conocido muchas cosas en la vida, y que sin embargo están dispuestos a aceptar que puede que seas tu el que les ofrezcas algo nuevo. He de reconocer que me sentí intimidado por lo mucho que me jugaba, pero a la vez seguro de mi mismo y de mi capacidad de mostrar lo que realmente sentía por su hija. Entonces fue cuando se acabó la película…

Quizás por la influencia del cine, pensaba que la cosa iría de algún modo dirigida a los planes de futuro, capacidad económica, sentimientos, etc. Yo tenía respuestas para casi todas las preguntas típicas de las escenas en las que el padre habla con el novio de la hija, pero no tenía nada planeado para lo que pasó.

Nicolás me ofreció una copa de vino dulce, que me costó aceptar ya que era un poco pronto para mi, pero que entraba dentro del rango del aperitivo. Estaba tan a la defensiva que hasta en eso quise quedar bien.

Nos sentamos en dos sofás y comenzó a hablarme sobre una noticia de prensa relacionada con un suceso local, siguió su relato con observaciones sobre política del país, del continente y la medio finalizó con una observación mundial. Yo no sabía dónde llevaba aquello, pero presté atención como ante un tribunal de grado. Cuando pensé que había acabado, deshizo el camino por el lado geográfico desde el mundo al continente, de este al país, y acabando en la localidad. Una vuelta al mundo por los caminos de la política y la geografía.

Como en todo camino, algunas piedras hay en él que hemos de esquivar. Estas piedras estaban tan bellamente puestas en forma de errores que era imposible que se debieran a la ignorancia o al desconocimiento.

Comencé entonces mi viaje, desde la geografía local a la mundial, volviendo por el lado de la política hasta el punto en que Nicolás había partido. Corregí los fallos detectados introduciéndolos en el discurso en el modo correcto, pero sin resaltar el fallo en sí.

Al final, los dos nos sonreímos y acabamos nuestras copas. La comida estaba pronta, así que se levantó y fue a la cocina en la que mi novia y su madre esperaban el resultado de la conversación. Según mi mujer, lo resumió con un simple “me gusta”, mientras que yo metabolizaba los miles de litros de adrenalina que debían estar en mi organismo.

Desde ese momento, Nicolás y yo pasamos muchas conversaciones sobre sus aventuras cuando era estudiante, sobre mis viajes anteriores y las tierras que había conocido. Tomamos café cada vez que pudimos, y fumamos lo que nuestras mujeres nos dejaron. La literatura o el arte no se escapaban, aunque lo que más le gustaba a él era la etnografía y la antropología. El folclor y la sicología de los pueblos le fascinaban, quizás en parte por la necesidad que tenía de tratar con personas de distinto tipo y raza.

Ayer, Nicolás nos dejó solos. Ya no tendré ocasión de hablar más con él, pero siempre tendré presente su recuerdo y el cariño con el que me trató.

Sit Tibi Terra Levis.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Soy del Atleti

Estoy nervioso, inquieto, tenso. Hoy juega mi equipo la final de la Europe Leage tras veinticuatro años de ausencia en una final. Veinticuatro años es más de la mitad de mi vida, es casi un cuarto de la vida que tuvo mi abuela. En cualquier caso, más allá de las cábalas que podamos hacer, es demasiado tiempo.

Hoy ha coincidido con el día de entrenamiento de mi hijo. El padre de otro muchacho estaba allí compartiendo nerviosismo. El entrenador escondía su camiseta rojiblanca bajo la chaqueta del chándal del equipo.

¿Tantos atléticos hay? ¿Acaso no es todo el mundo madridista? ¿Cuántos atléticos lo son realmente? ¿Qué es ser del Atleti?

Prefiero escribir esto antes del partido. Se que voy a sufrir. Llevo sufriendo, y gozando desde aquel día en que a modo de alumbramiento entré en las gradas del Calderón.

Tendría unos trece años el momento en el que tras atravesar el túnel y las escaleras que van de las entradas al estadio hasta las gradas. En un soleado domingo de mayo, el verde del campo, el azul del cielo y el blanco sucio del hormigón, servían de marco a esas barras rojiblancas. El advenimiento del Espíritu Santo debió ser algo similar. Un éxtasis, un gozo que sólo es concebible en el Manzanares.

Ser del Atleti es asumir esto. Es saber que tu equipo te va a partir el corazón como una mala novia; que te va a llevar del gozo al llanto antes de lo que piensas, que vas a sufrir mofas, chistes y burlas. Sí, eso es ser del Atleti, pero también lo es el que cuando te cruzas con otro colchonero, la sonrisa de media boca indica una complicidad de los que son iniciados.

Es saber que alguna tarde vas a ver buen futbol, cuando el contrario está al nivel, cuando sale a jugar y a sentir los colores de su camiseta. Es ser consciente de la inmensidad del ser humano, que está apoyando a su equipo, y no un colectivo de espectadores. Es eso y mucho más.

He estado en otros estadios, he vivido en otros países, he conocido otros lugares. He dejado religiones verdaderas y hasta las falsas, y he llegado a renegar del futbol ante el mercadeo y la falta de amor por el deporte que muestran muchos jugadores, pero aún así hay algo que no puedo evitar: ¡soy del Atleti!

domingo, 2 de mayo de 2010

Zombis DS

zombi3 Se que llevo mucho tiempo sin escribir ni una línea, pero puedo decir en mi descarga, que me he dedicado en cuerpo y alma a otras cosas que me han absorbido el tiempo y “el ánima”.

Saco unos minutos para escribir estas líneas para compartir un pequeño suceso. Como muchas cosas en la vida, tendemos naturalmente a la complejidad como una respuesta a la cosas más simples.

Hoy, saliendo con la familia a comer, he podido ver en un escaparate una copia de “La noche de los muertos vivientes” de G.A.Romero. Esta excelente película puede hacernos reir hoy con los movimientos “descerebrados” de los zombies en su búsqueda de carne humana con la que alimentarse.

Andaba yo en estas cábalas cuando un muchacho de la edad de mi hijo vino a chocar conmigo mientras jugaba su partida en una Nintendo DS. No ha sido un choque grave, y más allá del momento de interrupción sobre la partida, no creo que suponga para el crio nada. Otro choque más en el día a día de un Zombi DS.

Y no era el único. A la hora de jugar, los chicos adquieren un andar extraño. Similar al de un zombi sin bamboleo, pero sin rumbo fijo. He podido detectar al menos a tres chicos más, con la misma afección.

Creo que he descubierto un nuevo pasatiempo: contar Zombis DS.