Que esta semana está siendo rara, no me cabe duda. Puede que el terremoto del Japón haya trastocado mis biorritmos, o que simplemente necesito que me revisen. Esto no tiene sentido.
Anoche, tras relajarme viendo un par de episodios de una serie policiaca, me marché a dormir antes de lo habitual. Mi intención era la de una vez relajado, recuperar algunas horas de sueño y estar aún mejor hoy.
Me acosté siendo ayer, cosa que realmente es rara, ya que siempre me acuesto hoy. No puedo evitar el acostarme siempre pasada la medianoche, pero ayer a las 23:30 estaba en la cama…
Claro que a las cuatro y media de la mañana estaba despierto. ¿Cómo? ¿Las cuatro y media? Sí, como en una maldición, a las cuatro y media estaba yo con las pestañas abiertas y sin sueño.
¿Qué puede hacer uno a las cuatro y media de la mañana, un día de diario, casado, con niños pequeños y trabajo atrasado? Lo único, trabajar y que aproveche el día.
Lo cierto es que hasta las 7 de la mañana, momento en el que mi despertador me ha recordado que había que levantarse ( perdón, es que el despertador no se ha enterado de que estoy despierto desde hace dos horas y media), me ha cundido.
Puede que el silencio de la noche ayude a poder concentrarte y mejorar tu rendimiento, pero tiene como inconveniente el que no puedes hacer café (muelo el café justo antes de hacerlo) sin despertar a todas las familias del bloque.
Bueno, pues eso, que llevo desde las cuatro y media de pie, que me ha cundido hasta el momento, y que ya me he podido hacer café. Cómo decía el coronel John “Hannibal” Smith: “Me encanta que los planes salgan bien”.
Sed felices
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