Cada vez que me sorprendo estoy más lejos de sorprenderme más. Poco a poco me están quitando el placer de sorprenderme.
La memoria me impide sorprenderme, indignarme, asquearme. Cada impronta de un suceso se queda archivada en mi mente, permitiendo minorar el impacto de sucesos posteriores.
Cada libro que leo se almacena en unas sinapsis que empezarán a mostrar como normal lo que no lo es.
Y sin embargo, cada año, hay un día en el que me sorprendo: el día en que veo los brotes nuevos en las ramas de los árboles.
De la noche a la mañana, unas pintas verdes aparecen sobre el gris de las cortezas y me dice que el ciclo de la vida comenzó de nuevo.
Ya es primavera.
Sed felices.
Un abrazo, amigo.
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