domingo, 27 de septiembre de 2009

Tomando decisiones: el ascensor


En nuestras vidas hay multitud de situaciones en las que hemos de tomar decisiones, en razón de las cuales, el entorno cambia y nos obliga a tomar una nueva decisión.
Una de esas situaciones es la que nos presentan los botones del ascensor. No me refiero a la magnífica botonera numerada en el rango de los enteros positivos y los negativos, con adaptaciones locales que suprimen algunos de los números por motivos culturales, o de mercadotecnia. Me refiero a los simples dos botones del exterior de la planta calle.
En las plantas, un simple botón sirve para el cometido, que es simplemente “llamar al ascensor”. Aunque mucha gente no lo crea, el botón sólo sirve para notificarle al ascensor que ha de detenerse en la planta en la que ha sido pulsado. La decisión es simple: llamas o no.
En la planta calle, la cosa se complica. La botonera de decisiones se duplica, y en vez de contar con números cuenta con dos símbolos no numéricos, similares a flechas, y normalmente una apunta al techo, y otra al suelo. Esto es lo que permite una tabla de decisiones de cuatro opciones: (no pulso ningún botón, pulso el botón con la flecha hacia el techo, pulso el botón con la flecha hacia el suelo, o pulso ambos).
Para simplificar, y coincidiendo con muchos diseñadores, llamaré al botón con la flecha hacia el techo, botón de arriba, de subir o arriba, y convirtiendo al otro en botón de abajo, abajo o botón para bajar.
Con algo más de técnica desvelaremos un secreto: los botones con flechas son redundantes, y tan solo sirven para indicar al ascensor el sentido en el que queremos movernos: subir o bajar.
Surge ahora la pregunta sobre por qué no se ha producido la misma duplicación en el resto de las plantas. La respuesta es simple, por economía. Los ascensores ya cuentan con una botonera que les permite deducir si queremos subir o bajar.
El ascensor sabe dónde se encuentra y mediante el botón del piso al que queremos ir deduce si ha de subir o bajar. Entonces, ¿por qué dos botones en la planta calle?
La respuesta está relacionada con el consumo de energía. La caja del ascensor se encuentra habitualmente por encima de la planta calle, por lo que consume energía al bajar a atender la llamada, y consumirá mayor energía después de tener que subir. El pulsar el botón adecuado al sentido de nuestro destino, arriba o abajo, le proporciona al ascensor información que permite un menor consumo energético, y una mejor calidad de servicio.
Entonces, ¿cuál es la razón por la que mi vecina pulsa todos los botones para llamar al ascensor, con lo fácil que es esto?
Sencillamente, por maldad. Por pura maldad. Y si no os lo creéis, la próxima vez que os paren subiendo o bajando alguien que ha pulsado el botón que no es, fijaos en la comisura de los labios y veréis una mínima expresión de satisfacción por pararte y retrasarte en lo tuyo.
PS – Esto es resoluble con un único botón en la planta calle.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Una ley hecha a las PRISAs: la TDT de pago


Esto es un blog, y como tal un medio de opinión, y no de información, y por lo tanto un medio idóneo para expresar lo que como ciudadano percibo.

En los últimos días parece que se haya desatado una de esas cibertormentas que sacuden de vez en cuando los medios españoles. La decisión del Gobierno de incrementar la competencia en el sector de la televisión, no mediante la inclusión de más canales en abierto, sino proporcionando la base legal para canales de pago, no sólo no ha encontrado el apoyo de aquellos que defienden el libre mercado, sino que ha puesto en pie de guerra a la mayor plataforma de medios de comunicación del país.

En España, la existencia de una televisión de calidad, no plagada de anuncios, ha sido y es propiedad del Grupo PRISA. Salvo algunos periodos anecdóticos, en los que alguna otra empresa ha intentado competir, desde la creación de Canal+, no ha habido alternativas. Esto que formalmente no es un monopolio, si lo es de facto: la manida posición dominante, que tanto se achaca como deleznable a empresas como Telefónica por parte de las Telcos, pero que cuando se toca a los medios de comunicación parece ser que ha de ser olvidada.

No voy a entrar en si las leyes se aprueban correctamente, o no, o si son buenas o no. Las leyes emanan del Parlamento, y la convalidación de un Decreto Ley por parte del Congreso cierra el debate legal, ya que es el Pueblo a través del Parlamento el que lo convalida. ¿O no?

¡Pues, no! Ayer en la Cadena Ser que es la que mayor número de oyentes tiene este país, se ninguneó, faltó y se despreció personalmente al Ministro de Industria. El DL por el que se permite que existan más canales de pago le hace daño al negocio monopolístico del futbol de PRISA, y es que muchos de sus clientes *sólo* tienen su plataforma por el futbol. Una oferta más barata y con más partidos llevará ineludiblemente a una pérdida de clientes. Pero PRISA no quiere luchas comerciales, que beneficiarán al mercado, así que ataca al Gobierno, desprestigia a los ministros y muerde los bajos de los pantalones de la Presidencia, apoyada por una oposición que no tiene ideas más allá de cómo alcanzar un poder que creen substraído a consecuencia del 11-M, desoyendo lo que el Pueblo haya dicho en dos elecciones generales.

Espero que esta tormenta acabe pronto. Espero que alguien dentro de PRISA se de cuenta que contando con una mayor masa tiene una ventaja sobre los actores secundarios que no es pequeña. Además PRISA tiene la posibilidad de forzar una mayor competencia en el mercado de las telecomunicaciones, de modo que se incrementen las velocidades de Internet y se bajen los precios, lo que impulsará nuevos modelos de negocio, en los que PRISA seguro sabrá convertirse en líder.

Ventajas de Internet: ¿se imagina alguien que PRISA publicaría este post en sus medios?

viernes, 11 de septiembre de 2009

El macho alfa


Tras la lucha, sudoroso y jadeante, se acercó a la hembra sabedor de su victoria. Quería agua y necesitaba el contacto reconfortante que le marcaba como el macho alfa, el que se quedaba con la hembra. Sació sus necesidades y se quedó observando al que hasta ahora había sido el macho alfa.

Su contrincante, vencido, pero divertido miró hacia la hembra perdida, y que sabía recuperaría en algún momento cuando pasase esta etapa.

El macho alfa se abrazó aún más a su madre. Edipo había ganado.

Rentabilidad

Rentabilidad es una palabra maldita.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Litros de alcohol


Anoche me quedé viendo una mala película, pero entretenida, en el satélite. Una película de esas que luego no recuerdas, sino vagamente, pero que cumplen con su función de entretenerte durante noventa minutos.

Al finalizar la película sobre la una y media de la mañana, recordé los tiempos en los que a esa hora estaba viendo a que nuevo garito me iba a mover, y no me dedicaba a la liturgia del cierre de persianas y ventanas. Se me escapó una media sonrisa.

En eso pude oír a un niño llorando, y a su madre, con voz más grave casi que la mía decirle, que dejase de llorar, pues le importaba poco.

¿Le importa poco? ¿Qué le importa poco? ¿Por qué llora el niño?

Una madre, con su hijo a la una y media de la mañana parados en la puerta de un garaje, no hace más que incrementar las sospechas y la curiosidad de uno. No van o viene, sólo están, y no en un portal, sino en un garaje, lo cual no nos da pista alguna…

Un movimiento por el rabillo del ojo me hizo fijarme en una figura blanca, un hombre con camiseta y pantalón pirata blanco, que estaba realizando una ejecución perfecta del método de Montecarlo en su andar, pues no había un paso predecible y conseguía una cobertura de la acera total.

Creo que no quedó baldosa que no pisase, ni metro en el que no se apoyara. El azar de sus caminar me llevó a una certera sospecha: el niño lloraba de cansancio y de ver a su padre de aquella guisa.

¿No pensó ese hombre en el daño que le produjo a su hijo?¿No tuvo la mujer la prudencia de decirle que ya era suficiente?¿Qué derecho tenemos a quejarnos de que nuestros hijos se emborrachan en la calle cuando los adultos no nos controlamos?

Espero que mis hijos no me vean nunca como ese muchachillo vio ayer a su padre. Y espero que ese padre piense hoy como le vio anoche su hijo, quizás así la próxima vez beba con mayor control y templanza.

PD – Por suerte iban andando. No quiero imaginarme que llegase a conducir un coche…

jueves, 3 de septiembre de 2009

Premio a la incompetencia


Nos estamos acostumbrando a premiar la falta de servicios, y por lo tanto la incompetencia de los proveedores.

Dejadme exponer el caso. Cada vez son más los lugares en los que el único servicio que se ofrece es la puesta a la venta de un bien: las gasolineras, los supermercados, los almacenes de muebles “do-it-yourself”, y así seguiríamos con una larga lista.

Cada vez tenemos menos asistencia por parte de los comercios, hasta el punto que se reduce personal para incentivar la compra impulsiva frente a la reposada. No es algo que se vaya a reconocer, pero es tan simple como ver cuántos empleados hay cerca en el lugar que prefiera, para preguntarles sobre dos productos distintos y que le asesoren.

Detalles como que los carritos que necesitaban moneda para ser extraidos, estén libremente disponibles, incentivan a llenar un carro con ofertas, pero no tendrán ayuda en conseguir lo que necesitan.

Y luego, llegamos a las cajas, en las que se reduce el número de cajeras (normalmente son mujeres para evitar que con el enfado de esperar veinte minutos mordamos en la yugular al cajero) habilitando más lineales con cajas autoservicio. Sí, esas cajas en las que uno se marca, cobra y paga, y sólo ve a un empleado para comprobar que la tarjeta es la correcta.

Estamos premiando la incompetencia. Las cajeras no tienen un sistema de incentivos que haga que sean más productivas, y reduzcan los tiempos en caja, sino que han de mantener un cierto nivel de atranco que permita incentivar al personal a usar el autoservicio.

Si voy más rápido haciéndolo yo mismo, no voy a soportar la espera en una caja. Si no me atienden, compraré esto y me voy (luego cuando vea que no es lo que quiero puedo cambiarlo, pero es mi tiempo el que se gasta, no el del dependiente y por ende el de la Empresa).

Lo más triste es que no hay, o son muy escasas, alternativas a este tipo de sistema de premios. Recientemente, en mis vacaciones, acudí con mi padre a una carpintería para comprar listones de madera para hacer una reparación casera. El dependiente no estaba por la labor de vender y nos indicó que no podían cortarnos los listones aunque en frente de nosotros teníamos a la vista una maravillosa sierra circular.

Si no me dan servicios, no iré a su negocio, pero parece que como sociedad premiaremos a los incompetentes, y nos sentiremos orgullosos de hacérnoslo solos.

martes, 1 de septiembre de 2009

Sociedad Gustosa de Acaparar Euros


A muchos ha perseguido la Sociedad Gustosa de Acaparar Euros (no pongo las siglas pues las tienen registradas, y he de pagar royalti). Los persigue por que sí y por que no.

Persigue para que en justa medida se pague por los derechos de sus socios, para que estos vean mejorar su vida y puedan dedicarse con mayor tranquilidad a sus actividades, cualesquiera que aquellas pudieran ser, pero también persigue Acaparar Euros. Y es que esto es su razón de ser: acaparar euros.

La actividad de los socios es “tiranide escusa” que se emplea para fin único de acaparar euros. Sólo hay que ir a su página web y leer con detalle el tarifario. Si tu y yo nos juntamos para hacer lo que quiera queramos hacer, y que es lo que quiera que quieran hacer sus socios, e invitamos a la familia, y les decimos que traigan patatas, y refrescos, y lo que quieran… pues entonces habrá que apartar el 10% para dárselo al “socio”. Claro que no les vale con un diezmo, quieren un mínimo, y es que si no llegamos al mínimo, pues habrá que aportar este.

No me extiendo, sea el lector ávido de verdad el que busque en la web de la Sociedad Gustosa de Acaparar Euros el que vea el mínimo que le toca y calcule la cantidad de cervezas, refrescos, patatas, corteza, cacahuetes, y otros manjares necesarios para cubrir el diezmo.

Y luego que no son queridos por la gente y que no les entendemos…