Pedirme a mi mismo cierta brillantez con este texto creo que va a ser un caso de pecado de orgullo. Sin embargo he de esforzarme por conseguir que las palabras hilen correctamente el discurso, y no sean un mero esputo verbal.
El caso es que hoy me siento mentalmente agotado. Dos reuniones vecinales, la última anoche hasta la medianoche, agotan al más pintado, cuando de lo que se trata es de defender nuestras maltrechas economías.
Las reuniones de vecinos son un curioso caso de análisis. Uno diría que como grupo, en vez de añadir nuestras inteligencias, las diluimos hasta rozar el nivel del “menos listo” de los presentes.
A veces me sorprendo de que como especie hayamos llegado a donde estamos. Supongo que el que la Naturaleza haya estado distraída durante siglos hay tenido que ver.
Creo, por lo que he podido observar, que somos una especie de monos aulladores especializados, que sólo sabemos quejarnos, pero que de un modo genético huimos de la acción; acción entendida como respuesta. Que fluyan los problemas, y se los lleve el río.
No me quejo de como me han ido las cosas en las dos reuniones, todo lo contrario. Aunque anoche perdí una votación, en un tema menor, y “gané” en que se revisen los pagos y no se perjudique a personas innecesariamente. Al revés la cosa hubiese sido mucho peor. Para algo me debía servir el trabajar en KohlerFincas.
Pero… ¿Acaso no es esto una excepción? ¿No somos “fugados” de una realidad a la que pocas veces nos enfrentamos?
Si es así, palabras como prevención, proactividad, innovación, u otras del mismo tipo están condenadas a pertenecer a una minoría de aulladores que por inconsciencia o por otras razones quieran actuar en vez de quejarse.
Suerte que el bizcocho de mi mujer es una especie de espinacas para Popeye. Os dejo, tengo cosas que hacer.
Sed felices.
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