miércoles, 24 de febrero de 2010

Mucho anime y poca mitología… Con lo divertidos que son los dioses.

Mi hijo está realizando un trabajo en el colegio sobre uno de esos muñecos que aparecen en los dibujos animados y que luego puedes comprar en kioscos, tiendas de juguetes, supermercados, tiendas de ropa y cualquier otro sitio en el que se pueda poner la figurita y cobrar sus derechos.

Con nombres creados de mezclar el inglés con el latín y dotados de tanto material ofensivo que dan miedo con sólo mirarlos, son iguales que sus proyecciones terrenales: vacios y de plástico.

edipo Le conté a mi hijo, que si quería pasárselo en grande, una opción era darse un paseo por la mitología greco-romana y las enormes aventuras que viven dioses, semidioses, héroes, mortales, gigantes, monstruos y otros elementos que por allí pasan.

Estuvimos hablando de Marte, de Mercurio, de Vulcano y Venus, de Zeus y lo que se moviese, de Jasón y de Hércules, de Polifemo, de Hidra, de Medusa, de la Esfinge y hasta llegamos a mencionar a Cerbero y la razón por la que a los porteros se les llama cancerberos a veces.

No hay autor de manga o de anime que tenga la imaginación que durante siglos desarrollaron dos culturas para explicar su mundo. Dentro de poco le dejaré a mi hijo que lea dos de mis más preciadas posesiones: una versión de La Metamorfosis o El Asno de Oro de Lucio Apuleyo, editada por CALPE en 1.920 al precio de dos pesetas, y la copia de 1.927 de la Teogonía de Hesiodo en una versión de la editorial Prometeo, que tuvo como director literario a D. Vicente Blasco Ibáñez.

Si se divierte la cuarta parte de lo que yo me divertí…

viernes, 5 de febrero de 2010

No, si al niño le da lo mismo…

Se que llevo muchos días sin escribir nada, y la verdad es que no ha sido por falta de ideas, sino por falta de tiempo para madurarlas debidamente y tomar una postura que expresar. Hoy, sin embargo, se ha producido un evento que me saca de mis casillas por impotencia.

Una de las cosas que más me cuesta es soportar que un padre no haga algo por su hijo, y se excuse en público. Para no juzgar antes de tiempo expondré el caso. Mi hijo está jugando al futbol en una escuela deportiva, y si bien no es un deporte de mi devoción, personalmente prefiero el rugby, es su elección y la respeto.

85998174_f8cc0ead70_oTodos los sábados, los chavales juegan un partido en una liga interna, que nos obliga a los padres a desplazarnos por la geografía madrileña buscando colegios y polideportivos. Los niños están comenzando, y desde luego los marcadores son de escándalo a veces, pero la ilusión con la que corren y se entrenan entre semana compensa.

El caso es que este sábado hay que madrugar, pues los niños inician la jornada y juegan a las 9:00, por lo que tienen que estar en el campo a las 8:30 para calentar y el campo está a 30 minutos de casa. Conclusión: hay que salir a la 8 de la mañana.

Una de las madres me comentaba esta tarde, que es una “vergüenza” que pongan el partido tan pronto, pues no va a madrugar por su hijo, y además, a este le da lo mismo ir que no. Que si viene tarde de trabajar no se va a levantar pronto, y otras zarandajas por el estilo.

La verdad es que me ha costado controlarme. Me he calentado, y aunque no he podido hacer más que un ácido comentario (“es como cuando volvíamos de copas y teníamos que ir a trabajar..”), la verdad es que me he dado más prisa que nunca en meterme en el coche.

Lo que más pena me da es que a su hijo… ya todo le da lo mismo.

Actualización : 6 de febrero – Tras una serie de catastróficas derrotas, por fin los chicos ganaron su primer partido por un escandaloso 10-0. ¿Le dará lo mismo al chico? ¿Y a sus padres?