viernes, 30 de septiembre de 2011

Indetectados

Leo con estupor la noticia de que una madre ha ahogado a sus dos hijos, antes de que llegasen los servicios de emergencia y pudiesen detenerla.

El hijo mayor pudo contactar con su padre, que estaba en un centro médico al parecer, alertado por el estado de su madre, y el buen hombre llamó a emergencias. Cuando llegaron fue tarde.

Por otro lado, en Madrid, un hombre entra en un templo católico en mitad de una misa y le descerraja un disparo a una mujer embarazada en la cabeza, dispara a una segunda, y unos pasos más adelante se levanta la tapa de los sesos, con la consiguiente escena de pánico. La víctima recibió una cesárea de emergencia y parece ser que el bebé está a salvo.

¿Por qué? ¿Tan mal estamos como sociedad que tenemos un ejercito de enfermos mentales por nuestras calles y no los detectamos? Claro que con recortes en sanidad, con largas listas de espera, con reducción de los fondos en tratamientos preventivos, con una situación social y económica realmente complicada, y el ejercito de bomberos toreros y de profetas de la nueva economía que nos rodean, es algo comprensible.

Puede que lleguemos a saber porqué la infanticida ha hecho lo que ha hecho, nunca sabremos los motivos del asesino para descerrajarle un tiro en la cabeza a la embarazada (si es que los hubo), pero nos quedará un sabor amargo en la boca de saber que estas personas no fueron detectadas por el sistema, que no pudimos proporcionarles ayuda para evitar cuatro muertes que, como siempre en estos casos, nunca tienen sentido.

A pesar de todo esto,

Sed felices

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