Como a cualquier madrileño, la sociedad te presiona para tomar partido de manera irreconciliable y convertirte en un “hermano” de las cofradía madridista o atlética.
No hay otras opciones. Cualquier otra opción además de extravagante se ve como motivo de exclusión del individuo de todo tipo de consideración social. Queda la excepción de ser “rayista”, habiendo nacido o vivido en Valle”k”as, lo cual es aceptado y respetado, pero tienes que tener un segundo equipo a elegir entre los ya mencionados.
Curiosamente, esa misma presión la he visto en otros lugares al rededor del mundo: Bolívar vs Strongest, Colo-Colo vs “U”, Sevilla vs Betis,…
Lo curioso de este tipo de elecciones es que se queda fuera el deporte. Los iniciados, los miembros del club, defienden los “colores” con la irracionalidad de la religión, con la pasión de un integrista.
No oiréis que sean capaces de analizar y criticar a su equipo, salvo que sea entre iniciados. Ante el extraño, se defenderá a muerte el honor y los colores. Ni en “El Álamo”, ni en Numancia se mostró tanto valor como el que muestra “un verdadero <ponga aquí el de su equipo> “ defendiendo los colores.
Dicho esto, y sabiéndolo el mundo del futbol, es difícil y complicado acabar con los cánceres del deporte que son esos entrenadores mediáticos, marrulleros y ruines que ponen por delante del deporte el negocio. No es que no sea un negocio, es que se anula por completo lo poco que quede de deporte.
Los partidos se convierten en análisis de producción y la gestión de la polémica en medios para hacer caja.
Es necesario que volvamos, poco a poco, pero sin descanso al fútbol, al deporte (manteniendo el negocio) y podamos enseñar a nuestros hijos unos principios que parece que se olvidan. Cuando ves a muchachos hacer entradas duras, o quejarse en el campo “porque no les pasan el balón” o insultar al contrario, estás viendo el comportamiento que justificas a “los tuyos”.
Reconozcamos el buen hacer de los contrarios, reconozcamos los defectos de los nuestros y aprendamos. Sólo volviendo al futbol evitaremos no volver a los espectáculos de gladiadores, los cuales creo que eran más honestos que lo que se puede ver en una cancha de primera, un domingo cualquiera.
Sed felices.
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