martes, 11 de enero de 2011

Un mundo de advenedizos

Si ayer hablábamos de las personas arrogantes, hoy vamos con otra palabra que le queda cerca: advenedizo.

Viene a cuento por que no siendo muy usada últimamente, literalmente, si lo son sus significados.

Advenedizo es el que no es natural de un lugar, ya sea forastero o extranjero. Teniendo en cuenta que lo más normal es que uno pueda vivir fuera de la localidad en la que nacemos, todos somos advenedizos o lo hemos sido en algún periodo de nuestras vidas (aunque sea por vacaciones).

Advenedizo es también el que siendo humilde y recolectando cierta fortuna pretende figurar entre las gentes de más condición social. Aquí es donde nuestro advenedizo se codea arrogante. Cabe aclarar que desde 1879, esto debería haberse resuelto, pero dado que la RAE lo registra en segunda acepción no debe ser tan clara su eliminación del mapa del ser humano.

Advenedizo es también el que sin oficio, ni trabajo se va a otro país o pueblo a establecerse. Madrid creció en los sesenta gracias a estas hordas de advenedizos, al igual que lo hizo este país en la década pasada.

Advenedizo era antiguamente, también aquél musulmán o pagano (el diccionario emplea la palabra gentil, pero creo que viene a enredar la definición) que se convierte al cristianismo. Como esto, la verdad está en desuso (más aún), no merece la pena ni comentarlo.

Cual es mi alegría, hermanos advenedizos, cuando me encuentro que salvo cuatro ignorantes, hemos conseguido que este mundo, con sus comunicaciones, con sus mejoras en la educación, en la capacidad de poder generar riqueza, sea un mundo de advenedizos. Un gran logro.

Sed felices.

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