lunes, 24 de enero de 2011

Coches tuertos

El viernes pasado me reuní con mis socios para ver como vamos a hacer más próspera a la empresa y conseguir las metas de este año. Hasta aquí nada más vulgar y anodino, pero viene a cuento porque como parte de la reunión se habló de métricas.

Las métricas son esas cosas, que si las hemos definido bien, nos van a dar información sobre aspectos de la realidad que queremos controlar.

Luego, llega uno a casa, se pone a ver las noticias, por si algo ha cambiado, y le hablan de métricas: que si el precio de la gasolina, que si la evolución del índice de parados, que si la tasa de la población activa, las intenciones de voto, …

Pero nadie habla de un indicador que he observado: la tasa de coches “tuertos” que hay en nuestras vías.

Con la mejora de los vehículos y su modernización, pasamos de aquellos coches de antes en los que podías arreglar un manguito, o cambiarle el aceite, o arreglar esto y aquello a los maravillosos sistemas integrados de hoy en día.

Cuando abres el capó de un coche, ves esa sinfonía de sistemas (el mío tiene hasta una tapa en el bloque motor que aplana la visual, y lo hace mas estético) en el que salvo el bloque motor, no llegas a saber que es cada cosa, te viene a la mente una cosa: esto es caro.

Con tanto diseño y tanta optimización del espacio, hemos cambiado algo tan de domingo como era limpiar el coche y las pequeñas reparaciones por tener que pedir cita en el taller para que nos cambien una bombilla fundida. Y aquí es donde comienza mi indicador: el coche tuerto.

Quién ha pasado por la experiencia sabe que cambiar una bombilla en un coche cuesta del orden de media hora a una hora, dependiendo de como sea él del taller. Y a ese importe hay que añadirle la bombilla o lámpara, que cuesta casi el doble de lo que cuesta en el supermercado.

Que la broma salga de 30 a 60 € por una lámpara fundida no deja de ser una broma de mal gusto, y en tiempos de bonanza, te enfadas, pero en tiempos de carestía… pasas. Sí, pasas. No estás dispuesto a pagar medio carro de la compra semanal por una lamparita, y ahí está el problema (que decía Mario Moreno).

El número de tuertos en la carretera se incrementa. No importa que el coche sea más o menos viejo, o que sea de una categoría más o menos alta: es general.

Por desgracia, no hay un índice oficial al respecto, ni hay series históricas, ni parece suficientemente serio para que los economistas lo consideren, pero a mi no me importa. A mi me vale para ver el pulso de la economía.

Tengo esperanzas en ver cada vez menos coches tuertos, y creo que los vamos a ver con sus dos refulgentes faros dentro de poco, pero hasta ese momento… paciencia.

Sed felices.

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