martes, 25 de enero de 2011

La .music es mía (e Internet también)

Cuando hace unos años, construyendo una propuesta para un cliente, propuse el empleo de algunos programas de código abierto y una estrategia basada en Internet para el desarrollo del proyecto. El responsable comercial del área en la que estaba me comentó con una cara de entre desprecio y fastidio: “Eso no lo hacemos porque somos una empresa seria”.

Las empresas serias no jugaban en Internet. Eso era de pobres y “mataos” que no tenían dinero para invertir en “infraestructura seria”.

Hoy los tiempos son muy distintos. Las empresas serias han desarrollado el código abierto, apostando por él y reinventándose. Los pequeños empresarios han visto como las TI les permiten sobrevivir en los malos momentos (si es que no fallan otras variables) al hacerles más eficientes y permitiéndoles conseguir una mejor visión de sus productos.

Muchos músicos han promocionado su obra y han llenado salas de conciertos. Como empresarios tienen claro cuál es el producto que demanda su público.

Entonces, cuando mi esperanza en que las cosas van a cambiar está llegando a un positivismo patológico, llega la industria de la música y me echa un jarro de agua fría, y luego más tarde me intentan rematar con la redacción del “parche” a la Ley Sinde.

No lo entienden. No se han enterado de lo que es una URL, de lo que es Internet. Se está legislando, no para resolver un problema, sino para proteger a un modelo de negocio, que tiene que renovarse ante una realidad social distinta.

Se quiere volver a decidir quién puede o no imprimir un libro. Internet es la imprenta de Gutenberg, que hacía la cultura más asequible al pueblo. Los reyes rápido obligaron a que fuese necesario solicitar licencia para imprimir un libro. Por suerte, la Libertad de Prensa (de prensar, raíz de imprenta) puso fin a eso.

Las discográficas quieren controlar el dominio .music de modo que nadie pueda emplearlo más que ellas. No son los Reyes de antaño, pero si se quieren arrogar quién puede o no crear su negocio bajo dicho dominio. Es decir controlar el mercado.

En España las editoriales han creado su tienda en Internet para vender libros electrónicos. No hay mercado, dicen. Claro que si vendemos los libros electrónicos sólo un 33% más barato que uno físico… No vamos a estropear el negocio del papel, ¿no?

Se comienza por las cosas accesorias y se va a las generales. No creo que lleguemos a los mundos que Ray Bradbury, Neal Stephenson, Karel Capek, Stanislaw Lem o Philip K. Dirk, pero debemos estar atentos.

¿Acaba esto con la piratería? No. ¿Sirve de algo? No. Bueno, sí. Va a servir para que nuevos autores, creadores, empleen la Ciencia Ficción para hacer críticas social. Ya sabéis que sólo cuando el sistema oprime es cuando la Ciencia Ficción avanza.

Ya sabemos que dicen nuestros partidos. Veremos que es lo que el ICANN dice. Seguro que va a ser interesante

Sed felices.

No hay comentarios:

Publicar un comentario