Hay que ver lo que se les ocurre a los niños. Tienen cada cosa.
Les pones delante un juego de construcción por bloques, y tan pronto te hacen una casa, como una nave espacial con “turbo” y parecida a un “dragster”, que una pistola.
La cosa es que les das un lápiz y un papel, y construyen un coche con ocho ruedas para que pueda ir más gente. “Pero, hijo, ¿ocho ruedas?” “Claro, así no se aplastan las ruedas con la gente.”
Luego, más tarde estudiarán lengua, matemáticas, física, etc, etc. Les “normalizaremos” y de algún modo empezarán a perder la inventiva, y la iniciativa.
Les enseñaremos a que no tienen que lanzarse, que tienen que medir las consecuencias. Que no deben saltarse el turno, y esperar a que su compañero resuelva el problema. Es decir les enseñaremos a no tener iniciativa y a vivir con resignación.
Hace ya mucho tiempo que el sistema educativo se encargó de cercenar la iniciativa de los niños. Una iniciativa que permite a las sociedades avanzar.
Creo que debemos estudiar de que modo no cercenar la creatividad y el impulso de los niños, y a su vez regularlo para que sirva a la comunidad en vez de a la individualidad. Problema complejo que no soy capaz de resolver.
Bueno, pero es estar vivo… Tener problemas que con inventiva tengamos que resolver.
Sed felices.
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