No esperaba continuar con esta línea, pero los eventos siempre se le imponen a uno, y pasa lo que pasa.
Ayer tenía que realizar un pago a uno de los proveedores de una de las comunidades de vecinos con las que trabajamos. Es un monto pequeño que no merece la pena realizar de modo electrónico dadas las comisiones por el servicio.
Habitualmente, una vez al mes, realizo un ingreso en caja en la misma sucursal de CajaMadrid, ahora Bankia, por una cantidad X, colocando como concepto el tipo de servicio prestado y la comunidad en la que se ha prestado.
Nunca he tenido problemas hasta ayer.
Ayer, tras haber rellenado el formulario de ingreso y adjuntar los billetes del pago, me dirigí a la ventanilla, donde un nuevo funcionario del banco se aprestó a digitar códigos, cuentas, importes y cualesquiera otros datos que requiera para realizar la operación.
Como todos los meses le indico que introduzca como concepto… ¿Pero que hace? ¿Está imprimiendo en el formulario y todavía no le he dicho cuál es el concepto?
- “Disculpe”, le digo, “ todavía no le había dicho el concepto.”
- “Por órdenes de esta oficina, ponemos como concepto el nombre del impositor”, me dice. “Además es lo que hay que hacer.”
Abro paréntesis. ¿Cómo? O sea, que durante los meses anteriores, SUS COMPAÑEROS, se han estado saltando las normas y me han dado el servicio que yo REQUERÍA. ¡¡¡Menuda desfachatez!!! ¡¡¡Qué sindiós!!!
Pase el cambio del nombre de CajaMadrid a Bankia (con k que keda más “cool”). Pase que se cobren comisiones donde antes no se cobraban. Pase que cierren oficinas por improductivas, y que me tenga que trasladar a otra que me queda más lejos. Son cosas de la crisis, y de una reestructuración necesaria. Pero, decir que DAR UN SERVICIO ESTÁ MAL HECHO, embarrando a sus compañeros es inaceptable. Cierro paréntesis.
Dicho esto, y pensando en que se acababa el episodio, le dije: “No, lo que ocurre es que han disminuido la calidad del servicio.”
“¡Oiga!”, salta el funcionario, “Aquí no se baja el servicio. Además dispone usted de medios informático-electrónicos para hacer eso.”
“Sí, pero al coste de una comisión, que me es innecesaria”, le contesté, “¡Buenos días!”. Y me marché.
Es evidente que discutir era una necedad. Desconozco si son o no las directivas de la sucursal, del banco, o del mismísimo Gobernador del Banco de España, pero lo que está claro es que no se me ha prestado el servicio que yo buscaba, que si me descuido yo soy el culpable, y que para salirse con la suya, el funcionario indicó que los servicios prestados anteriormente fueron incorrectos, aunque satisficieron lo que yo buscaba.
Ya me estoy planteando cerrar las cuentas que tengo en CajaMadrid (Bankia).
Sed felices