Hay días en los que las cosas se ponen de punta. Todo lo que has hecho o vas a hacer se complica, se alarga o se ve afectado por las idioteces de otros.
Son días duros, días que hay que sobrellevar como puedes y agarrarte a cualquier detalle para superarlos.
Ayer fue uno de esos días. No llegó a aciago, pero fue un día espeso. No tiene sentido que enumere todas las tonterías e impertinencias que tuve que aguantar, pero si voy a contaros algo.
Yendo con mi hijo a su entrenamiento venía de frente una muchacha bonita a la que no reconozco, pero que al llegar a nuestra altura nos sonrió y nos dijo hola. No fue un hola de saludo, ni una sonrisa normal.
Esta chica era feliz, muy feliz en ese momento, y con su saludo de menos de un segundo, al paso, hizo que se me olvidara por un rato las idioteces de otros.
Pudo haber sido un pájaro, o una flor, pero fue una sonrisa.
Sed Felices
Esos pequeños tesoros cotidianos que nunca hay que dejar de valorar: una sonrisa, un saludo, el aroma a café...
ResponderEliminarUn abrazo