martes, 26 de abril de 2011

Educación racional vs educación dogmática

No se muy bien como abordar esto, pero resulta que cada vez me es más evidente que una formación dogmática acaba con la capacidad de relacionar hechos y extraer de ellos consecuencias que son evidentes a aquellos que no han seguido el dogma.

Un aprendizaje jugando ayuda a extraer las “verdades” intrínsecas de nuestro entorno. De este modo, para que un niño comprenda que las líneas paralelas no se juntan nunca, aunque nuestro ojo nos diga lo contrario, es suficiente con que recorramos un pasillo del metro, de estos largos y mida la anchura en varios puntos con sus pasitos.

Para que aprenda a sumar, con unos cuantos vasos y jarras podemos comprender el mecanismo de la suma, y el de la resta.

Pero claro, hay cosas que son más difíciles de explicar. Pongamos el caso de que tu hijo te dice que Adán (el de la Biblia), y su “hermana” tenían hijos, pero no tuvieron hijas. El punto está en el concepto de “hermana”, y es que si Eva fue creada de la costilla de Adán, Eva tenía el material genético de Adán, y obviando el detalle del cromosoma XY de Adán y el necesario XX de Eva, el resto es un genoma común, como el de los hermanos. No me meto con lo del cambio de sexo, pero Dolly ya ha sentado sentencia al respecto.

En otro caso, el castigo inmediato por la irreverencia de considerar que Adán tuvo que ser un hermafrodita, al igual que Eva, no quita que detrás de ello haya un razonamiento complejo: Los hermanos comparten el código genético; Eva se creó del material genético de Adán; los hermanos son los seres más próximos a uno desde un punto de vista genético si descartamos a los clones.

Como Sir Ken Robinson indica, nuestros sistemas educativos tienden a crear copias de un ciudadano promedio a la que se escapan los que tengan más inventiva, muchas veces mediante el fracaso escolar.

No descuidemos otras asignaturas dogmáticas como las religiosas, que llevan a adulterar la formación científica y humanística con tal de acomodar el saber a sus verdades.

Hay que dejar que los niños jueguen con la ciencia, con la lengua, con las matemáticas, en definitiva: que jueguen con el Mundo. A nosotros nos toca aprender de ellos y poner en práctica muchas de sus deducciones. Quizás eso nos permita hacer un mundo mejor.

Sed felices.

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