Que no hay casualidades y si causalidades es algo que me ronda siempre. El problema es que en muchos casos no somos capaces de ver la causa cuando vemos el efecto.
Estos días, el heredero y su esposa están de viaje por Oriente Medio. Ni lejos, ni cerca, mostrando su capacidad para poder representar al país en un futuro como Jefe del Estado.
También estos días conmemoramos el advenimiento de la II República Española. Unos años de progreso que se vieron interrumpidos por el golpe de estado del 18 de julio del 36, la subsiguiente Guerra Civil y una dictadura nacionalcatolicista de casi cuarenta años.
Durante ese periodo se hizo una operación pedagógica en contra del régimen republicano que permeó en el subconsciente colectivo de este país con vistas a impedir cualquier posibilidad de regreso de dicho régimen.
¿Cuál fue el pecado de la República? Desde mi punto de vista la República cometió principalmente los siguientes pecados:
- Consideró a todos los ciudadanos iguales. Un régimen de estamentos como era la Monarquía y los privilegios que estos tenían en la España anterior a 1931 no desaparece sin realizar una feroz oposición.
- Consideró que las mujeres, como ciudadanas, tenían igualdad de derechos con respecto al hombre. Dotar de voz y voto a las mujeres, alejándolas de la sumisión al hombre, a la Iglesia, permitiéndolas ejercer profesiones y alentándolas a superarse día a día, fue un pecado que no se estaba dispuesto a aceptar. Tampoco permitir que una mujer soportase abusos en el matrimonio y que pudiese llegar a divorciarse de su marido. Véase la represión tan brutal que sobre las mujeres tuvo el bando golpista.
- Separó Estado e Iglesia. La II República abogó por el estado laico frente al confesional. La educación sería laica, igualitaria y social; los matrimonios serían civiles y no religiosos, por lo que el divorcio se permitió. La Iglesia no estuvo de acuerdo con perder tanto poder, y por eso los curas brazo en alto denunciaron a tanta gente que acabó fusilada en la “Santa Cruzada”.
Sólo estos tres pecados ya fueron suficientes para buscar (y conseguir) acabar con la República.
Hoy, ochenta años más tarde, las mujeres tienen los mismos derechos de los hombres y seguimos luchando por que en la práctica sea así, tenemos que seguir luchando para que no se creen estamentos con privilegios distintos y que todos los ciudadanos seamos realmente iguales, aunque el día a día nos desanime, y por último no terminamos de deshacernos de la influencia de la Iglesia Católica en la vida política, buscando el modo en el que no se alcancen avances sociales que permitan al pueblo tomar sus propias decisiones morales.
Hoy es un día de conmemoración. Hoy es un día para plantearse el ideal de país que queremos y luchar, día a día, por conseguirlo para nuestros hijos.
Sed Felices
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