Hay situaciones en las que uno puede llegar a quedar mal, mal.
Pongamos el caso de un muchacho en sus veintes, con las hormonas rebosantes de dulzor y que consigue que le dejen un apartamento el fin de semana.
Bajo esa rama edulcorada tenemos un macho depredador en busca de su presa, lo que le hace ver el modo en el que conseguir su objetivo y que básicamente consiste en eso.
Prepara el terreno hábilmente con detalles dulces y que muestren su lado femenino y sensible. El depredador está planeando como va a hincar el diente a una muchacha extranjera que ha conocido.
Una alemana que está realizando una beca en Madrid y que le agrada la compañía de nuestro dulce depredador. Ella ve que es un chico sensible, confiable, y al que podría querer: un osito.
Llegada la presa a la trampa, los aperitivos, copas y una cena fría (comprada en una cafetería “de las buenas”) se van sucediendo. En ese momento, y bajando la luz, haciéndola indirecta, nuestro depredador está dispuesto a lanzar una andanada mortal: una balada que ha escuchado y le ha gustado.
No tiene ni idea de lo que dice, pero es de Moby, y a la chica le gusta, así que …
… cuando la música comienza a sonar ella le mira a los ojos y le dice:
“Tu no tienes ni puñetera idea de inglés, ¿no?”
Nuestro depredador salta por la sorpresa: ¿¡Qué!? ¿Por qué lo preguntas?
- Mira, chico. Las luces, los detalles, la puesta en escena están genial, pero que me pongas una canción para una ruptura antes de que nos podamos enrollar solo me lleva a dos posibilidades:
- Primera, eres impotente, y con esto ya está y se acabó. Y ante la vergüenza me pones este mensaje de adiós.
- Segunda, no tienes ni idea de inglés y no sabes ni lo que has puesto.
En este momento, corramos un tupido velo y pensemos en que a lo mejor ella, le perdona la ignorancia y la arrogancia y le premia por el resto de sus acciones. Que fuera la primera sería muy cruel.
Sed Felices.
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