Que no podemos agradar a todos es un hecho, al igual que lo es que no puede ser que no agrademos a nadie. Dicho esto, todos y nadie se convierten en límites para cualquier catalogación.
Leyendo en la prensa un artículo escrito más con las tripas que con el corazón, sobre la yo creo mal llamada “violencia de género”, y que creo que se corresponde más con “violencia familiar”, es claro que muchos opinan que sus creencias deben ser compartidas por todos, y las contrarias por nadie.
No creo que sean muchos los que opinen que está bien establecer una relación no paritaria con nuestras parejas. La definición de paritario en cada pareja debe ser hecha por ellos/ellas de modo que no sea estática, y pueda acomodarse a su realidad, cualquiera que esta sea.
De este modo, se reduciría uno de los factores de la violencia: el acúmulo de poder dentro de la pareja, que hace de uno de los miembros (ya sea hombre o mujer) el elemento dominante. Me faltan datos en las estadísticas: ¿cuantas mujeres han sido asesinadas por sus esposas? ¿Y cuantos hombres por sus esposos o esposas?
Con familias formadas de manera distinta a la tradicional, esta es una lucha mucho más compleja que la de perseguir maltratadores, pero es una lucha necesaria si queremos que la sociedad en el futuro sea más justa.
Recordemos que nuestros hijos reproducirán en todo o en parte lo que vean que hacemos.
Sed Felices
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