¡Crack!
El sonido era un claro indicador de que algo no iba bien.
La mano del niño se apartó tímidamente de la tapa que con titánica fuerza había intentado cerrar. Este Hércules sorprendido, miró rápidamente a la puerta del despacho para cerciorarse de que nadie en el Cosmos, salvo él había escuchado el crujido anunciante de una muerte anticipada.
El niño no sabía quién era Arquímedes, pero al subir la tapa observó que el lápiz de su padre estaba impidiendo su trabajo. Retiró el lápiz con cuidado, para que no se rompiese y volvió a cerrar la tapa.
Una sonrisa de éxito apareció en su cara. Cual Hércules finalizando un trabajo el niño se sintió satisfecho con la misión. La tapa estaba cerrada y por fin podía ponerse a jugar en la computadora familiar.
A la mañana siguiente, cuando el padre fue a encender su portátil, una zona muerta en la pantalla anunciaba la muerte del dispositivo. Muerto a manos de un infante, por gracia de un lápiz y las leyes de la palanca.
Descanse en paz.