Todos sabemos la diferencia entre el miedo y el pánico, el primero es un mecanismo natural de alerta frente a la incertidumbre o el peligro, mientras que el último es una manifestación extrema del primero hasta hacer perder el control sobre los mecanismos de control que tiene uno.
Ante la crisis todos tenemos miedo. Es un periodo de incertidumbre en el que desde todos los puntos se nos hace llegar mensajes negativos. Estos mensajes van añadiéndose uno tras otro a nuestra psique, generando un estado de "miedo a la crisis" generalizado y que va minando la salud mental de personas que siempre se han tenido por centradas y cabales.
Ayer en las noticias, indicaban que un hombre había matado a sus cinco hijos y a su esposa antes de suicidarse, por motivos económicos, las grandes corporaciones no hacen más que despedir empleados (cuantos más mejor, más impactante), las acciones de los gobiernos no están funcionando, y hay una carrera entre organismos internacionales para ver quién es el que proporciona la visión más apocalíptica (¿reveladora?) sobre la realidad que vivimos.
¿Qué se gana con esto? La verdad es que nada. Es en este momento de crisis cuando más se necesita dotar a todo el mundo de capacidad para hacer cosas. Cosas como ver de que modo podemos en principio resistir a un primer momento de destrucción, que no ha terminado, para poder a continuación pasar a construir o reconstruir el bienestar que se ha perdido.
No necesitamos agoreros que clamen al pánico, sino templanza ante la situación, y la seguridad de que serémos capaces de salir de esta. Quizás, algo que podemos hacer es empezar a decirnos que podemos salir de esta y que saldremos de esta.
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