Cuando viví en EEUU, me alertaron rápidamente sobre unos coches negros con las letras D.U.I. en la puerta. Es el acrónimo de "Drive Under Influence" (Conducción Bajo los Efectos de las Drogas).
Esta patrulla se encarga de comprobar que los conductores no beban, tomen drogas o medicamentos y se conviertan en un peligro para el resto de los conductores. No falta decir que es la peor sanción que pueden ponerte.
Comento esto tras ver un corte en televisión en el que un imputado por haber maltratado, de manera xenófoba, a una joven en el Metro de Barcelona alegaba que no recordaba lo hecho por "estar bajo el efecto del alcohol y las drogas". La verdad es que no es el primero que lo dice; son muchos los imputados que alegan dicha situación para eximirse de la responsabilidad, y entiendo que deba ser eximente cuando tiene tanto éxito.
Si esto es así, que es eximente el estar borracho y drogado, en la comisión de un delito, creo que como sociedad somos un poco deficientes. No podemos "premiar" un comportamiento negativo.
El estar borracho y drogado en la comisión de un delito ha de ser un agravante. El "tipejo" que pegó a una usuaria del metro, sea extranjera o no, mujer u hombre, joven o anciano, ha de ser sancionado al máximo que permita la ley. No por ensañamiento, sino por sanidad.
Si esa cantidad de individuos que se sienten impunes por su juventud, el envalentonamiento artificial de las sustancias ingeridas, o su falta de seso, saben que les pueden caer una temporadita fuera de circulación de no moderarse, será más fácil ir al fútbol o salir con nuestros hijos, disfrutar de nuestras ciudades, y sencillamente estar más tranquilos en el espacio público.
Quizá hace falta un D.U.I. que empiece a frenar a estos individuos.
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