No hay forma de explicar lo de la SGAE y está muy claro lo que ha pasado.
Nos han tenido años martirizados con su machacona cantinela de que todo internauta era un ladrón y criminal en potencia, que este es un país de incultos que no valoran la cultura, y que el canon no es más que una pequeña compensación por lo mucho que han de sufrir los autores en un país de criminales culturales.
Como abusones de patio, arremetieron contra todo aquel que no podía defenderse o que ellos pensaban que no podía defenderse. Manejaron de manera torticera los procedimientos judiciales, embutieron a uno de los suyos en el Gobierno, maquinaron leyes contra los ciudadanos en favor de las corporaciones y mostraron muy poco respeto a los ciudadanos, que como criminales que son, no tienen derecho a la intimidad, ni nada por el estilo.
Pero ahora se les ha caído la careta, y hemos podido ver lo que sospechábamos. Tras el cuento de la defensa de los derechos de autor, lo que tenían montada es una maquinaria que se dedicaba a convertir el dinero de los autores en dinero de la empresa. Traducido al español: lo que le corresponde a los “perroflautas” se lo llevaban muerto.
Ahora los jueces les han llevado a declarar, les han acusado, les han dejado en libertad con cargos y les quitan los pasaportes. Está claro que el juez si ve que hay delito, y no en las tiendas a las que intentaron cobrar importes abusivos en concepto de canon.
La cosa seguirá su curso y acabará como acabe, pero lo que ya ha quedado claro es que la SGAE no tiene ninguna capacidad moral para decirnos que la gente roba y por eso el canon.
Sed felices.
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