jueves, 3 de septiembre de 2009

Premio a la incompetencia


Nos estamos acostumbrando a premiar la falta de servicios, y por lo tanto la incompetencia de los proveedores.

Dejadme exponer el caso. Cada vez son más los lugares en los que el único servicio que se ofrece es la puesta a la venta de un bien: las gasolineras, los supermercados, los almacenes de muebles “do-it-yourself”, y así seguiríamos con una larga lista.

Cada vez tenemos menos asistencia por parte de los comercios, hasta el punto que se reduce personal para incentivar la compra impulsiva frente a la reposada. No es algo que se vaya a reconocer, pero es tan simple como ver cuántos empleados hay cerca en el lugar que prefiera, para preguntarles sobre dos productos distintos y que le asesoren.

Detalles como que los carritos que necesitaban moneda para ser extraidos, estén libremente disponibles, incentivan a llenar un carro con ofertas, pero no tendrán ayuda en conseguir lo que necesitan.

Y luego, llegamos a las cajas, en las que se reduce el número de cajeras (normalmente son mujeres para evitar que con el enfado de esperar veinte minutos mordamos en la yugular al cajero) habilitando más lineales con cajas autoservicio. Sí, esas cajas en las que uno se marca, cobra y paga, y sólo ve a un empleado para comprobar que la tarjeta es la correcta.

Estamos premiando la incompetencia. Las cajeras no tienen un sistema de incentivos que haga que sean más productivas, y reduzcan los tiempos en caja, sino que han de mantener un cierto nivel de atranco que permita incentivar al personal a usar el autoservicio.

Si voy más rápido haciéndolo yo mismo, no voy a soportar la espera en una caja. Si no me atienden, compraré esto y me voy (luego cuando vea que no es lo que quiero puedo cambiarlo, pero es mi tiempo el que se gasta, no el del dependiente y por ende el de la Empresa).

Lo más triste es que no hay, o son muy escasas, alternativas a este tipo de sistema de premios. Recientemente, en mis vacaciones, acudí con mi padre a una carpintería para comprar listones de madera para hacer una reparación casera. El dependiente no estaba por la labor de vender y nos indicó que no podían cortarnos los listones aunque en frente de nosotros teníamos a la vista una maravillosa sierra circular.

Si no me dan servicios, no iré a su negocio, pero parece que como sociedad premiaremos a los incompetentes, y nos sentiremos orgullosos de hacérnoslo solos.

1 comentario:

  1. Ah, amigo. Y pobre de ti como te quejes porque encima eres tú el chulo y el maleducado. Creo que todo responde a que nos estamos deshumanizando. De forma escandalosa, además.

    Menos mal que siempre nos quedará el espíritu de la Cava Baja, una cerveza y un blog.

    Un abrazo

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